La conversión no es un proceso corto y ligero. Comienza con el dolor de poder observar todo el pecado que has hecho. Para luego ver cómo Dios te perdona en cada detalle de tus acciones. Y, finalmente, con una paz que crece día a día, vivir con y para Cristo. Ary Caspeta Alemán nos cuenta su increíble testimonio.
Todo comienza con una Ary poderosa, ganando un sueldo mucho mayor a comparación de sus colegas en el mercado y teniendo bajo su control a todos los que la rodeaban. “Exitosa”, así se hacía llamar.
Lamentablemente, por más sonrisas que pudo colgar en sus redes sociales, la realidad era otra. Ella cometía violencia contra su esposo, lo manipulaba para obtener lo que deseara.
Cansado de tanta discusión y maltrato, su esposo se hartó y la dejó. Ella perdió su trabajo y poco a poco empezó a depender monetariamente de su ex-esposo y familia. Cayó en la ansiedad, desesperación y alcohol.
Recurrió a la práctica del ocultismo y el tarot, pero nada funcionaba. Incluso su psicólogo no pudo ayudarla en estos momentos difíciles. Cuando no encontró ninguna ayuda para sus males, acudió al Santísimo.
Desde entonces participó en grupos de oración y en eventos de la parroquia. La paz que buscaba, la encontró en el Señor. Lentamente, Dios reparaba su corazón.
Durante este largo proceso de su encuentro con Dios, decidió consagrarse a la Virgen María. Días después su esposo la contactó y, luego de un tiempo, de largas conversaciones de perdón y reconciliación, volvieron a estar juntos.
“¿Cómo puedes estar así de feliz… y yo no?”- preguntó él una vez – “Pues mi vida le pertenece a Jesús” – respondió ella. Tiempo después, su esposo decidió darle su vida a Dios. Ahora son una pareja católica que busca apoyar a su parroquia con lo que puedan.
La conversión es larga y dolorosa. El resultado es eterno, y amoroso. Las buenas cosas valen la pena y la espera. Recemos por su matrimonio y del mundo entero.
Su testimonio completo lo pueden encontrar aquí