Mientras más de un millón de jóvenes esperaban con entusiasmo la llegada del Papa León XIV a Tor Vergata, una señal inesperada apareció en el cielo: un arcoíris se dibujó sobre el firmamento completamente despejado, sin rastro de lluvia.
El 3 de agosto, el Papa León XIV llegó a la gran explanada de más de 96 hectáreas para celebrar la Misa conclusiva del Jubileo de los Jóvenes, evento que reunió peregrinos de más de 140 países en una fiesta de fe, oración y alegría.
Mientras el Pontífice llegaba al lugar, un signo que no pasó desapercibido adornó el cielo. A pesar del clima soleado que acompañó toda la jornada, un arcoíris se formó.
“No llueve, hace un sol tremendo, pero ahí ha salido el arcoíris cuando ha llegado el Papa, lo hemos grabado @carlarestoy y yo. Después ha desaparecido. Impresionante, Dios no rompe su Alianza. Bendito el que viene en nombre del Señor”, compartió en redes sociales el sacerdote de la diócesis de Getafe (España), P. Francisco Javier Bronchalo.
El arcoíris tiene una profunda resonancia bíblica, pues es el signo del pacto de Dios con la humanidad tras el diluvio.
“Dijo Dios: ‘Esta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña: Pongo mi arco en las nubes, y servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra” (Génesis 9, 12-13).
