Hace muchos siglos, cuando el cristianismo dio sus primeros pasos, no existía un calendario litúrgico. Lo que sí ocurría, es que la Eucaristía se celebraba en el entierro de los mártires para venerar su memoria.

Poco a poco, el hecho de celebrar el aniversario del martirio de los santos se hizo común. Este día, en que estos santos comenzaban su vida en el paraíso, se denominaba “dies natalis”.

Celebración del martirio

El “dies natalis”, el aniversario de la muerte, ha permanecido a lo largo de los siglos, y sigue siendo el principal criterio para asignar un día específico a cada santo.

Sin embargo, no siempre fue así, ya que muy a menudo no se conocía el día exacto en el que el santo había sido martirizado.

En otros casos, sin embargo, esta fecha coincide con una importante fiesta litúrgica para la cual era necesario mover la memoria de ese santo para otro día.

Proceso actual

Primero, muchos santos son venerados en áreas pequeñas. Luego, si esta devoción tiene cada vez más devotos, la fiesta pasa a ser celebrada en una diócesis, luego en un país.

Finalmente, si la cantidad de devotos así lo amerita, son consideradas para celebrarse en la Iglesia Universal. Si esto llega a ser así, el Vaticano elige una fecha para celebrarlo.

¿Qué otros criterios existen?  

Otros criterios pueden referirse al efemérides, a eventos de particular importancia en la vida del santo en cuestión. Por ejemplo, en el caso de un Papa, podría ser el aniversario del día de su elección al trono papal.

Lo que ciertamente no se hace es elegir la fecha de su cumpleaños como el día para conmemorar al santo. En este caso se respeta el dies natalis, ya que la Iglesia no quiere celebrar el día de su venida al mundo, sino el día de su triunfo final.

¿Cambian las fechas?

¡Absolutamente no! Lo que se suele hacer es posponer la celebración ante la presencia de fiestas litúrgicas más importantes.

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