El P. Andrés Esteban López descubrió recientemente que padece cáncer a la piel. Lejos de desanimarse, compartió por redes sociales una reflexión sobre la confianza en Dios, frente a esta enfermedad que llegó de sorpresa.

El mensaje del sacerdote de la Arquidiócesis de México y miembro del Colegio de Exorcistas de México, ha tocado los corazones de los usuarios por ser un ejemplo de fe en medio de la adversidad.

El mensaje del P. López

Siempre he disfrutado del sol. Me gusta subir las montañas y mirar el sol. A veces me acuesto en la cumbre de una montaña y veo como pasan las nubes dejándome ver los resplandores del cielo. El sol ha cautivado mis ojos. Pero, también ha dañado mi carne.

Tal vez detrás de este suceso se esconda un misterio. Mi alma ha buscado la luz y ha querido subir por los caminos más altos del espíritu. Sin embargo, algo en mi carne nunca ha estado a la altura de la santidad de Dios. Esa es la verdad: Dios es Santo.

La exposición continua a los resplandores eternos de la pureza de la Santa Trinidad hacen brotar una verdad arraigada en mi alma.

Mirar la luz quema, mata y destruye todo lo que se ha desconfigurado en el corazón impuro. Tal vez sea necesario para pasar de las tinieblas a la luz, para ser verdadero hijo de la luz, ser acrisolado por el fuego.

No lo sé, solo sé que todo me habla de Dios. El descubrir de una manera accidental que había un cáncer en mi piel me ha hecho pensar todas estas cosas. El tumor es pequeño y descubierto muy a tiempo. Se trata de un CBC en el parpado derecho.

Pareciera mentira, pero no lo es: el cáncer fue descubierto en un día de ayuno y oración. Para mí fue muy significativo. La palabra de Dios era clara. El Señor me decía con dulzura:

“Andrés, permanece en actitud orante, en camino de conversión, en ayuno y oración, y yo sanaré tu carne, yo reconfiguraré tu corazón, yo arrancaré lo que está enfermo en ti, aun todo aquello que ni siquiera te has dado cuenta que esta dañado.”

Tal vez sea algo que pase pronto, tal vez sea algo que me acompañará durante mi vida. No lo puedo saber. Lo que si se es que tendré que cubrir mi carne del sol con más cuidado del que siempre lo he hecho y permanecer vigilante. También sé que hay que quitar el tejido maligno.

Ojalá el Señor en su misericordia quite también toda enfermedad de mi alma y me haga digno de su rostro junto con todos los que lo buscan.

Algo de esta realidad me recuerda también a Moisés. Se que no puedo dejar de mirar la luz, especialmente ese esplendor que brota del calvario y del trono de mi Rey: la Santa Cruz.

Allí, bajo esas dulces claridades siempre pasará la muerte y vendrá la vida nueva. Y también sé que algo de ese monte se quedara en mi rostro.

El P. López será operado el 11 de setiembre. Oremos por su salud.

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