El 20 de diciembre ingresamos al quinto día de la Novena de Navidad, también conocida como Novena de Aguinaldos. Durante los próximos cinco días, a través de la oración nos preparamos para recibir el nacimiento del Niño Jesús.

Puedes rezar esta novena solo, en familia o con amigos, concentrándote primero en la meditación especial del día y luego rezando una oración que te acercará más a este misterio de amor.

Aquí tienes el quinto día de la Novena de Navidad.

Quinto día de la Novena de Navidad

Día cinco: La vida de dolor que Jesús cargó desde su nacimiento

Meditación 

Jesucristo pudo haber salvado a la humanidad sin sufrir y sin morir. Sin embargo, para demostrarnos cuánto nos amaba, eligió para sí mismo una vida llena de tribulaciones. Por eso el profeta Isaías lo llamó ‘varón de dolores’, toda su vida estuvo llena de sufrimiento.

Su Pasión comenzó, no solo unas pocas horas antes de Su muerte, sino desde el primer momento de Su nacimiento. Nació en un establo donde todo servía para atormentarlo. Su sentido de la vista se vio afectado al no ver nada más que las paredes negras y ásperas de la cueva; Su sentido del olfato fue herido por el hedor del estiércol de las bestias en el establo; Su sentido del tacto fue lastimado por la pajita sobre la que yacía.

Poco después de su nacimiento, se vio obligado a huir a Egipto, donde pasó varios años de su infancia en la pobreza y la miseria. Su niñez y juventud en Nazaret transcurrieron en el arduo trabajo y la oscuridad. Y finalmente, en Jerusalén, murió en una cruz, exhausto por el dolor y la angustia.

Así, entonces, la vida de Jesús fue una serie ininterrumpida de sufrimientos, que fueron doblemente dolorosos porque siempre tuvo ante Sus ojos todos los sufrimientos que tendría que soportar hasta Su muerte. Sin embargo, dado que nuestro Señor había elegido voluntariamente soportar estas tribulaciones por nuestro bien, no lo afligieron tanto como la vista de nuestros pecados, por los cuales le hemos retribuido tan ingratamente por su amor hacia nosotros.

Oración del quinto día de la Novena de Navidad

Oh Jesús, mi dulce Amor! Yo también te he mantenido sufriendo durante toda tu vida. Dime, entonces, qué debo hacer para ganar Tu perdón. Estoy dispuesto a hacer todo lo que me pidas. Lo siento, oh soberano Bien, por todas las ofensas que he cometido contra ti. Te amo más que a mí mismo, o al menos siento un gran deseo de amarte. Ya que eres Tú quien me ha dado este deseo, dame también la fuerza para amarte sobremanera.

Es justo que yo, que tanto te he ofendido, te ame mucho. Recuérdame siempre el amor que me has dado, para que mi alma arda siempre de amor por Ti y anhele complacerte solo a Ti. Oh Dios de amor, yo, que una vez fui esclavo del infierno, ahora me entrego todo a Ti.
Aceptame bondadosamente y átame a Ti con los lazos de Tu amor. Jesús mío, desde este día y para siempre en amarte viviré, y en amarte moriré.

Oh María, Madre mía y esperanza mía, ayúdame a amar a Tu amado Dios y al mío. Este es el único favor que te pido, y a través de ti espero recibirlo. Amén.

¡Ya puedes rezar el quinto día de la Novena de Navidad!

Esta novena fue traducida de EWTN.

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