¡Incluso los santos lucharon con la ira!
El 30 de septiembre es la fiesta de San Jerónimo, sacerdote, Doctor de la Iglesia y conocido por su fuerte carácter.
Durante su vida en la tierra, San Jerónimo asumió la gran tarea de traducir las Sagradas Escrituras al latín. ¡La Iglesia confió en su traducción durante siglos!
Sin embargo, Jerónimo también se ganó una notable reputación por su carácter irritable, lo que lo convierte en un santo intercesor especial para los tiempos modernos.
San Jerónimo era terco y de lengua afilada en sus debates académicos. No siempre enseñaba el Evangelio con espíritu de bondad.
Vale la pena aclarar que el sentimiento de ira en sí mismo no es pecado, pero puede fácilmente conducirnos a la cólera u otras ocasiones de pecado. Actuar según nuestros impulsos de enojo puede resultar en algunos de los peores comportamientos humanos.
El ejemplo de San Jerónimo muestra que no tiene por qué ser así.
Consciente de sus debilidades, San Jerónimo realizó grandes actos de penitencia. Expresaba profundo arrepentimiento después de sus arrebatos de ira. No excusaba su enojo; más bien, buscaba superarlo.
Algunos dicen que su espíritu penitente lo ayudó en su camino a la santidad y que Dios lo redimió a través de esa lucha particular. ¡Lo santificó!
Según National Catholic Register:
“En el arte, Jerónimo suele aparecer con una piedra, con la que se golpeaba el pecho arrepintiéndose de sus pecados. Una vez, al ver una pintura del gran santo, el Papa Sixto V comentó: ‘Haces bien en llevar esa piedra, porque sin ella la Iglesia nunca te habría canonizado’. Sus palabras son un hermoso recordatorio de que no son las grandes obras de los santos las que los llevaron a la eternidad”.
Hoy en día es fácil dejarnos llevar por la ira. Con todo lo que ocurre en nuestra cultura, nuestra indignación muchas veces está, por así decirlo, justificada.
Sin embargo, ¿y si miramos a San Jerónimo para que nos ayude a calmar nuestro temperamento y transformar nuestra ira en algo más virtuoso?
¿Y si nuestras luchas también nos ayudan a crecer en humildad?
San Jerónimo alcanzó la santidad porque, aunque era un hombre débil y pecador, nunca dejó de buscar la misericordia de Dios. En medio de sus luchas con su temperamento difícil, siempre buscaba acercarse más a Cristo.
La próxima vez que te veas dominado por la ira o tentado a dejarte llevar por tu mal genio, ¡pide la intercesión de San Jerónimo! Te sorprenderá cuánto pueden ayudarte sus oraciones.
Aquí tienes una poderosa oración a la misericordia de Cristo compuesta por San Jerónimo:
Oh Señor, muéstrame Tu misericordia y alegra mi corazón. Soy como el hombre que iba camino a Jericó y fue asaltado por ladrones, herido y dejado medio muerto. Oh Buen Samaritano, ven en mi auxilio. Soy como la oveja que se extravió. Oh Buen Pastor, búscame y llévame de regreso a casa según Tu voluntad. Permite que habite en Tu casa todos los días de mi vida y que te alabe por los siglos de los siglos con quienes allí se encuentran. Amén.