Un oblato es aquella persona que, sin abandonar su estado laico, se compromete con Dios para cumplir con los compromisos religiosos de alguna orden. Elena Cornaro Piscopia, la posible primera mujer graduada de una universidad en el mundo, fue una oblata benedictina.

¿Quién hubiera dicho eso? ¿Con qué frecuencia oímos que la Iglesia es machista? En este caso, todo el mérito es para ella y sus padres, quienes querían apoyarla desde la edad más pequeña con las enseñanzas de los mejores teólogos, latinistas, eruditos griegos y maestros de la primera década del siglo XVII en Venecia, Italia.

Elena también aprendió español, francés, árabe, arameo, matemáticas y astronomía.

Además de tener una gran pasión por el estudio, mantuvo en su corazón una vocación que estaba en contra de la voluntad de su padre, quien quería casarla con alguien más. Elena se negó a este compromiso forzado ya que uería convertirse en oblata benedictina.

Tuvo que seguir la regla benedictina, pero de esta manera evitó la vida monástica para poder profundizar sus estudios.

Elena se convirtió en una de las intelectuales más importantes de Europa hasta el punto de querer graduarse en Teología en la Universidad de Padua.

Desafortunadamente, el obispo de la ciudad, el cardenal Barbarigo, se opuso a esta elección, por lo que Elena tuvo que contentarse con una licenciatura en filosofía, ayudada por la mediación del profesor Rinaldini, un amigo fraterno del padre y profesor de la Universidad de Padua.

Su disertación tuvo lugar el 15 de junio de 1678 y se dice que tanta gente fue a escucharla que el evento tenía que organizarse en la catedral de la ciudad y no en la universidad.

Y así, la primera mujer graduada en el mundo nunca podría enseñar por ser mujer, pero podría continuar sus estudios. Su fama nunca le quitó una vida intensa de oración. Sus prácticas de vida ascética fueron tan duras que la debilitaron hasta la muerte a la edad de 38 años, en julio de 1684.

Elena Cornaro Piscopia está enterrada en la iglesia de Santa Giustina, en Padua, Italia.

Sin embargo, algunos indican que esta primacía no es del todo correcta. Antes de ella se cree que había dos graduadas: Bitisia Gozzadini, graduada en Derecho Canónico en Bolonia en 1236, e Isabella Losa, quien obtuvo un doctorado en Teología en la ciudad de Córdoba, Andalucía, en el siglo XVI.

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