El tenista español Bernabé Zapata Miralles nació en una familia humilde, pero con mucho esfuerzo ha llegado a lo alto del deporte. El joven de 27 años reconoce que su fe es su principal motor en la vida.

Bernabé ha luchado por conseguir destacar en el tenis, un esfuerzo que lo ha llevado a ubicarse en el puesto 37 en el ranking de los mejores tenistas del mundo, un mérito que atribuye a su relación con Dios.

En una entrevista a la Revista Misión indicó que su camino ha sido largo, pero al ver atrás, ve un milagro.

“Nací en una familia cristiana y empecé en el tenis con cuatro años gracias a mi hermano mayor”, señaló. “Cuando empecé a destacar tuve la suerte de que el Sporting Club de Tenis me ayudó económicamente porque mis padres no podían pagarme nada, ni la escuela”, agregó.

La soledad ha sido su cruz

Debido a la dificultad económica que atravesaba su familia, desde muy joven tuvo que enfrentar muchas situaciones solo.

“La soledad ha sido mi cruz, el mayor sufrimiento que he tenido en mi vida, sobre todo de los 13 a los 21 años. Fue un sufrimiento tan grande que por mis fuerzas no podía encontrar una solución y es ahí donde el Señor fue actuando”. 

“Empecé a rezar. Empecé a experimentar que cuando iba a un torneo ya no estaba solo. Empezaba a ganar y no lo celebraba solo, decía: ‘El Señor está conmigo’”. 

Actualmente, Bernabé agradece ese sufrimiento y los retos que Dios pone en su vida, por los cuales ha logrado tener más paciencia, tranquilidad y facilidad para adaptarse a nuevas situaciones.

“Pienso que el sufrimiento es bueno y necesario porque te hace crecer, aunque es cierto que te puede hacer daño. De ahí que sea importante darle un sentido. Pero en mi caso no lo he visto como algo malo, me ha forjado como persona”.

Abiertamente católico

Bernabé no se avergüenza de su fe y ha declarado abiertamente que es parte del Camino Neocatecumenal.

“Para mí no es incómodo declararme católico; siempre lo digo abiertamente”  

El tenista indicó que desde pequeño sus papás le han transmitido la fe y desde la adolescencia empezó a participar en una comunidad.

“Esta es una de las cosas por las que más gracias doy a Dios: por saber que tengo hermanos que en momentos de sufrimiento rezan por mí, que están intercediendo, que me acompañan”. 

“La fe es hoy mi principal motor e intento tomar todas las decisiones en función de si es lo que quiere Dios para mi vida. Le pregunto: ‘Señor, ¿qué es lo que tengo que hacer ahora?’. Él me va mostrando señales y qué debo hacer”.

Sin embargo, Bernabé acepta que este camino no es fácil y sabe que el demonio siempre intentará hacer que caiga en sus debilidades.

“Por eso es importante que ponga a Dios lo primero. Sin Dios todo esto sería imposible. Porque el demonio intenta decirme que he perdido el tiempo, que he sufrido mucho, etc.”.

Un noviazgo que busca la santidad

El joven tenista lleva dos años casado con Miriam, una joven que conoció en su parroquia y con la que tuvo un noviazgo centrado en la fe.

“Teníamos una cosa clara: queríamos formar una familia, tener hijos y poner a Dios en primer lugar. El noviazgo es el tiempo en el que el Señor te confirma si esa es la persona o no para ti. Y a mí todo esto me fortaleció”.

Bernabé animó a los jóvenes a vivir “el noviazgo en castidad, pues el matrimonio es un sacramento y hay que entender su importancia”. 

“Tienen que conocer muy bien al otro, saber si vas a ser capaz de aceptar las cosas que te molestan e incluso de amarlas para poder convivir con esa persona. Al final la vida en el matrimonio es superar el egoísmo de vivir como tú quieres”.

Siempre humilde y fuerte con el Señor

Bernabé tiene una frase favorita, que su papá le indicó cuando ganó un partido importante hace cuatro años: Semper humilis et fortis cum Domino (“Siempre humilde y fuerte con el Señor”).

“La guardo en el corazón desde entonces para mantener los pies en la tierra. La humildad debe ser la base de cualquier persona, y necesito ser fuerte con el Señor porque sólo con mis propias fuerzas no me levantaría a entrenar”. 

El joven señaló que no quitaría nada de lo que le ha pasado en la vida, dado que encuentra en cada uno una oportunidad para mejorar.

“Me siento bendecido y agradecido por todo lo que Dios me ha dado, y por los acontecimientos que me envía, porque soy consciente de que si el Señor me los pone es porque quiere sacar algo bueno de ellos”.

¡Qué hermoso testimonio de fe!

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