San Felipe Neri es conocido por sus anécdotas como confesor pero, ¿conocías como expulsaba a los demonios? Los espíritus malignos huían despavoridos cuando el santo se acercaba al poseso.
La biografía de san Felipe Neri tiene muchísimos relatos de las particulares penitencias que este santo imponía a quienes acudían a confesarse. Además de extraordinario confesor y fundar la Congregación del Oratorio, fue un gran místico. Según narraciones, este santo tuvo éxtasis, arrebatos y visiones, experimentó bilocación y hasta resucitó un muerto. Todo por gracia de Dios.
Pero un aspecto poco destacado de su ministerio fue su labor como exorcista. Y de este don que Dios le concedió para expulsar a los demonios existen increíbles testimonios.
La extraordinaria manera en que san Felipe Neri expulsaba a los demonios
La célebre obra Vida de San Felipe Neri, escrita por Pedro Iayme Bachi Aretino, cuenta que San Felipe Neri desarrolló una increíble labor liberando a personas posesas.
En una ocasión, trajeron a una mujer llamada Catarina para que la liberara del demonio. Al parecer hablaba en griego y latín, cosa que era imposible para una persona de su educación.
La cuestión es que cuando el santo mandó a que la trajeran hasta él, la mujer lo supo aunque no estaba con él. Entonces dijo “‘Ese padre manda que me lleven’; huyó al momento, y se fue a ocultar en el más secreto rincón de la hospedería, siendo necesario conducirla por medio de la violencia a la Iglesia” (p. 345). Sin embargo no fue necesario que san Felipe practicara un exorcismo, con una profunda oración la mujer quedó liberada.
Una increíble expulsión
Una de las más increíbles anécdotas es la de una mujer a la que un cardenal llevó para exorcizar en presencia del santo. Allí en Roma hicieron traer un trozo de madera que había pertenecido a la Cruz de Cristo. La endemoniada comenzó a sentirse atormentada en presencia de la reliquia. Sin embargo el demonio no se fue.
El cardenal recurrió al santo y a su don para expulsar a los demonios. Entonces san Felipe Neri increpó a los presentes y les dijo que la mujer aún no había sido liberada a causa de la incredulidad de alguno de los asistentes. Entonces “se dirigió al demonio, y le obligó a que declarase el día en que debía de salir de aquella mujer.
Obedeció aquel monstruo, y dijo en alta voz que saldría tal día . En efecto, llegado este plazo, fue la mujer a la iglesia de Santa María de los Mártires, y allí se vio libre del demonio, el cual no volvió y a molestarla” (p. 346-347).
Otras liberaciones
En otras circunstancias, los espíritus malignos no permitían comulgar o confesarse a las personas poseídas.
“Se presentó un día a la sagrada misa en la Iglesia del Oratorio, una mujer poseída, y cuando llegó su vez de comulgar, se resistía a recibir la Sagrada Forma.
Felipe, que estaba confesando no lejos de allí, supo por revelación lo que pasaba , y se fue al comulgatorio, y puso su mano sobre la cabeza de la mujer. No fue menester más para que cesase aquella repugnancia y la mujer comulgara devotamente” (P. 347-348).
¡San Felipe Neri, ruega por nosotros!