Si en Cuaresma recordamos los siete dolores de Nuestra Señora, contemplando las espadas que traspasaron su alma en este valle de lágrimas, el tiempo pascual sirve para meditar en sus gozos. ¡Así puede rezar la coronilla de las siete alegrías de la Virgen!

La historia de esta devoción se remonta a 1442. En tiempos de San Bernardino de Siena, se difundió la noticia de una aparición de la Virgen a un novicio franciscano. Éste, desde pequeño, tenía la costumbre de ofrecer a la Santísima Virgen una corona de rosas. 

Cuando se unió a los Hermanos Menores, su mayor dolor fue el de no poder continuar ofreciendo esta ofrenda de flores a la Santísima Virgen. Su angustia llegó a tal punto que decidió dejar la Orden.

Entonces, la Virgen se le apareció para consolarlo y le indicó otra ofrenda diaria que le agradaría más. Le sugirió que recitara diariamente siete docenas de Avemarías intercaladas con la meditación de los siete misterios gozosos que había vivido en su vida.

Así surgió la coronilla de las siete alegrías de la VIrgen que se reza durante el tiempo de Pascua recordando el gozo de todos los cristianos por la resurección de Cristo.

La coronilla de los siete alegrías de la Virgen, una devoción para el tiempo de Pascua

Así puedes rezar la coronilla de las siete alegrías de la Virgen 

1. En el primer misterio, consideramos la alegría de Nuestra Señora cuando escuchó de San Gabriel Arcángel que Dios la había elegido para ser la Madre del Salvador.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

2. En el segundo misterio, consideramos la alegría de la Virgen en casa de su prima, Santa Isabel, cuando la saludó por primera vez como Madre de Dios.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

3. En el tercer misterio, consideramos la alegría inefable de María, en el establo de Belén, cuando milagrosamente nació su divino Hijo.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

4. En el cuarto misterio, consideramos el gozo de la Virgen cuando los tres reyes magos vinieron de lejos para adorar al Niño Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

5. En el quinto misterio, consideramos la alegría de Nuestra Señora al encontrar a su divino Hijo en el Templo, entre los doctores de la Ley.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

6. En el sexto misterio, consideramos la alegría y el júbilo de la Santa Madre de Dios, cuando, en la mañana de Pascua, fue la primera en ver a su Hijo resucitado y glorioso.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

7. En el séptimo misterio, consideramos la mayor de todas las alegrías de la Virgen, cuando murió en santidad y fue llevada al cielo, en cuerpo y alma, sobre los coros angélicos y a la diestra de su divino Hijo, que la coronó Reina de todos los ángeles y santos.
— Se dice un padrenuestro, diez avemarías y un gloria .

Oración final. — Acuérdate, oh piadosísima Virgen María, que jamás se supo que ninguno de los que acudieron a tu protección, imploraron tu auxilio, reclamaron tu auxilio, fueron desamparados por ti. Impulsado, pues, con igual confianza, a ti, Virgen de las vírgenes, como Madre apelo; por ti valgo y, gimiendo bajo el peso de mis pecados, me postro a tus pies. No desprecies mis súplicas, oh Madre del Hijo de Dios hecho hombre, sino dígnate escucharlas favorablemente y obtener para mí lo que te pido. Amén.

Este artículo fue traducido y adaptado del sitio del Padre Paulo Ricardo.

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