El último fin de semana, el cantante Luan Santana y su esposa Jade Magalhães celebraron el bautizo de la pequeña Serena, en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en Cotia (Brasil).

Más que un evento familiar, el bautizo fue un acto de fe: la entrega de su hija a Dios, en una ceremonia marcada por la oración, la emoción y la presencia de familiares y amigos cercanos.

La fe en el centro de la familia

La relación de Luan y Jade, hecha de idas y vueltas a lo largo de los años, encuentra ahora su plenitud en la maternidad y la paternidad vividas a la luz de la fe. El bautizo de Serena se convierte en un hito: muestra que el verdadero recomienzo de una pareja se da cuando el amor humano se abre al amor divino.

El propio Luan lo expresó en sus redes sociales:

“Bautizo de nuestra Serena, hija de Dios, sierva del Padre, que la sangre de Nuestro Señor Jesucristo te proteja de todo mal”.

Detalles llenos de significado

La ceremonia contó con la presentación de un coro y con símbolos que remitieron a la fe: rosarios personalizados, recuerdos religiosos e incluso un pastel en forma de flor, signo de pureza.

En la sencillez de la capilla y en la belleza de la liturgia quedó claro: lo que se celebraba no era solo el nacimiento de una hija, sino el renacimiento de una familia en Cristo.

Serena, hija amada de Dios

El nombre Serena parece profético: paz, luz y esperanza. Al recibir el bautismo, ella se convierte, como todos los bautizados, en heredera de la promesa de Cristo, llamada a caminar en la santidad.

Al final, el bautizo de la hija de uno de los artistas más grandes de Brasil muestra algo esencial: la fe no es solo tradición, sino el mayor legado que los padres pueden dejar a sus hijos.

Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.

Serena, hija de Dios, sé siempre luz en este mundo.

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