¿Necesitas fortalecer tu “armadura espiritual”? San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, escribió sus Reglas del discenimiento del espíritu, para reconocer si las “mociones” de su corazón provienen de un espíritu benigno o maligno.
Estos principios te ayudarán a defenderte de la tentación y los malos pensamientos.
Las 4 reglas de San Ignacio de Loyola para blindar tu armadura espiritual
¡Cuidado con los placeres aparentes!
1ª regla. “En las personas que van de pecado mortal en pecado mortal, acostumbra comúnmente el enemigo proponerles placeres aparentes, haciéndoles imaginar deleites y placeres de los sentidos, para conservarlos y hacerlos crecer más en sus vicios y pecados.
Estar atentos a las razones que parecen excusas
2ª regla. “En las personas que van intensamente purgando sus pecados, y de bien en mejor subiendo en el servicio de Dios nuestro Señor, sucede de contrario al de la primera regla; porque entonces es propio del mal espíritu morder (con escrúpulos), entristecer y poner obstáculos, inquietando con falsas razones para que no pase adelante”.
Nunca desanimarse
12ª regla: “El enemigo (…) es débil ante la fuerza y fuerte ante la condescendencia. (…) De la misma manera es propio del enemigo debilitarse y perder ánimo, huyendo sus tentaciones, cuando la persona que se ejercita en las cosas espirituales pone mucho rostro contra las tentaciones del enemigo, haciendo lo diametralmente opuesto. Y por el contrario, si la persona que se ejercita comienza a tener temor y perder ánimo en sufrir las tentaciones, no hay bestia tan fiera sobre la faz de la tierra como el enemigo de la naturaleza humana, cuando intenta realizar su dañina intención con tan crecida malicia”.
Conocer tus propias debilidades
14ª regla. “Se comporta como un caudillo para conquistar y robar lo que desea; porque así como un capitán y caudillo de un ejército en campaña, asentando su campamento y mirando las fuerzas o disposiciones de un castillo le combate por la parte más débil, de la misma manera el enemigo de la naturaleza humana, rodeando mira en torno todas nuestras virtudes teologales, cardinales y morales. Y por donde nos haya más débiles y más necesitados para nuestra salvación eterna, por allí nos combate y procura tomarnos”.
Estos consejos te ayudarán en tu discernimiento y a blindar tu “armadura espiritual”.
¡San Ignacio de Loyola, ruega por nosotros!