La Primera Comunión es un momento muy especial en la vida del cristiano. ¡No puede ser menos! Es la primera vez que recibimos a Nuestro Señor con todo su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Sagrada Eucaristía.
Consciente de tal importancia, el Papa San Pío X decretó la autorización para que los niños pudieran recibir la Santa Comunión. Al respecto, es muy popular la siguiente anécdota.
En cierta ocasión una mujer inglesa visitó a San Pío X para que conociera a su hijo y le diera su bendición. El Papa los recibió y la madre aprovechó para comentarle que deseaba que el niño recibiera pronto la Santa Eucaristía.
Al escuchar el pedido de la mujer, San Pío X entabló un corto diálogo con el niño:
– ¿A quién recibirás en la Comunión?, preguntó el Papa.
– A Jesucristo, contestó sin dudar el niño.
– ¿Y quién es Jesucristo?, volvió a preguntar san Pío X.
– Es Dios, respondió el niño rápidamente.
El Papa se dirigió entonces a la madre y le dijo: Tráigamelo mañana, y yo mismo le daré la Comunión.
Para San Pío X, los únicos dos requisitos para poder recibir a Nuestro Señor en la Santa Eucaristía son saber a quién recibiremos y saber quién es Jesucristo.
Por esto San Pío X es recordado como el Papa de la Eucaristía.
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