Ya con solo pronunciar el nombre de María, sentimos cómo Nuestra Madre está presente en cada momento de nuestras vidas.
Uno de los santos más marianos de la Iglesia fue San Alfonso María de Ligorio, santo que escribió Las glorias de María donde él describe las bondades del nombre de María en su capítulo 10.
Te compartimos a continuación las 7 características que San Alfonso encontró en el Santísimo Nombre de María:
Nombre santo
“Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo atestiguan san Jerónimo, san Epifanio, san Antonino y otros. ‘Del Tesoro de la divinidad –dice Ricardo de San Lorenzo– salió el nombre de María’”.
Lleno de dulzura
“Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo pronuncian con fervor”.
Alegra e inspira amor
“Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice san Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca”.
María da fortaleza
“Torre defensiva que no sólo libra a los pecadores del castigo, sino que defiende también a los justos de los asaltos del infierno. Así lo asegura el mismo Ricardo [de San Lorenzo], que después del nombre de Jesús, no hay nombre que tanto ayude y que tanto sirva para la salvación de los hombres, como este incomparable nombre de María”.
Bendición
“Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso”.
Consuela
“Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el santísimo nombre de María, por las gracias supremas que les obtiene, como hemos visto. Pero más consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte que les otorgará”.
De buenaventura
“¡Dichoso –decía san Buenaventura– el que ama tu dulce nombre, oh Madre de Dios! Es tan glorioso y admirable tu nombre, que todos los que se acuerdan de invocarlo en la hora de la muerte, no temen los asaltos de todo el infierno”.
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¡Santa Madre, ruega por nosotros!