La entronización del Sagrado Corazón es la consagración que realiza una comunidad o una familia con el objetivo de tener la presencia de Cristo en una forma más concreta en su vida cotidiana.
Cabe recordar que existen procesos de consagración individuales o familiares. Sin embargo, una entronización con la presencia de un sacerdote genera una bendición más especial.
La entronización del Sagrado Corazón
“Me ha asegurado mi Salvador que tendría singular complacencia en que se le honrase bajo el emblema de ese su Corazón de carne, cuya imagen deseaba fuera llevada en el pecho por sus devotos, venerada en los hogares”. Así destacó santa Margarita la importancia del culto a la imagen.
La imagen del Sagrado Corazón tiene dos modelos: puede ser la representación de su corazón solo o la que lo pone situado en el pecho de Jesús. Pero el Corazón debe tener sus emblemas característicos, a saber, la cruz, las llamas y la corona de espinas.
¿Y cómo debo rendirle culto? Lo primordial es darle un lugar destacado en tu hogar, y debes tributarle gran devoción. Santa Margarita, por ejemplo, tenía la imagen en su mesa de trabajo, de modo que escribía, leía y hacías sus labores diarias.
Existen muchas fórmulas y maneras para la entronización del Sagrado Corazón. La siguiente oración fue redactada y aprobada por el Papa San Pío X para la consagración al Sagrado Corazón de Jesús. Esta oración se hace en el debido proceso de entronización a esta devoción.
La oración dice lo siguiente:
¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús!, Tú manifestaste a santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas; venimos a proclamar tu absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir en tu vida, queremos que en nuestra familia florezcan las virtudes por las cuales prometiste la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano.
Tú has de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de nuestra fe, y en nuestros corazones por el amor que arderá para Ti solo, procurando nosotros mantener viva esta llama con la frecuente recepción de la Eucaristía.
Dígnate, oh Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar de nosotros los vanos cuidados, santificar nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si alguna vez alguien de entre nosotros tuviese la desgracia de ofenderte, recuérdale oh Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con los pecadores arrepentidos.
Y cuando suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a traer duelo en medio de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, estaremos conformes con tus eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia reunida en el cielo, podrá cantar eternamente tus glorias y tus beneficios.
Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca san José presentarte esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén.
¡Viva el Corazón de Jesús nuestro Rey!”.
¡Es un día especial para hacer la entronización del Sagrado Corazón!