Este testimonio de la hermana Clare Crockett sobre la Jornada Mundial de la Juventud, te hará reflexionar sobre la forma de vivir este encuentro único con Dios.
La hermana Clare, miembro de las Siervas del Hogar de la Madre, falleció durante el terremoto de 7.8 grados que azotó Ecuador el 16 de abril de 2016.
En 2011, la religiosa acompañó un grupo de jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Madrid, donde narró su testimonio de conversión.
La hermana Clare nació en Derry (Irlanda del Norte) en una familia católica no practicante. Desde pequeña asistió a un colegio católico, pero no era cercana a la fe. A los 14 años empezó a actuar y en solo 3 años, ya tenía un papel como presentadora del canal “Nickelodeon”.
“Yo siempre fui muy cabra loca. En el colegio siempre estaba haciendo el payaso. ‘Oye, Clare, imita a tal profesor’. Entonces, siempre imitaba a la profesora. No hacía mis deberes, otros los hacían. Yo, a cambio, les daba los cigarrillos y ellos me hacían los deberes y cosas así. Siempre estaba hablando”, indicó.
Su amiga Sharon Dougherty la invitó a pasar unos días a España con todos los gastos pagados, a lo que ella aceptó totalmente. El viaje resultó ser una peregrinación, a la cual tuvo que ir a pesar de sus pocos ánimos de participar.
“Y con estas disposiciones llegué a España, al Hogar de la Madre. Me acuerdo de la llegada al monasterio. Era una chica muy superficial. No quería ser molesta, pero lo era. Cualquier chica que solo piensa en sí misma, en su pelo y en sus cejas, es una molestia muy grande”, señaló.
Esa experiencia en Semana Santa la tocó totalmente, durante la adoración de la cruz en Viernes Santo, sintió que Dios la llamaba a algo más.
“Solo me acuerdo que besé los pies del Señor en la cruz y sentí dentro de mí, en ese momento, como una bofetada muy fuerte, como si Dios me mostrara que era Dios quien estaba en la cruz y que la única manera en que yo podía consolar lo que estaba viendo en la cruz era con mi vida. No valía contar chistes ni hacer un teatro bonito para consolarle, nada, nada de lo que yo pudiera hacer podía consolarle, solo darle mi vida. Y esto, fíjate, sin tener yo ninguna formación religiosa”, agregó.
El viaje a la JMJ
“El padre, después de esta experiencia, me invitó a la peregrinación de la JMJ. Recuerdo que viví esta peregrinación muy mal. Era una petarda… Voy a dar un ejemplo de cómo era yo. Todo el mundo iba comprando rosarios, estatuas del Sagrado Corazón para su abuela, cosas así… Y, ¿qué compré yo? Pues un mechero en forma de váter, que levantabas la tapa y salía la llama. Otra cosa que compré fue una pulsera naranja con unas letras chinas que decía que te daba unas energías creativas”, lamentó.
La hermana Clare indicó que la “peregrinación es un tiempo de gracia muy fuerte”, donde puedes volver exactamente igual o abrir tu corazón a “una oportunidad que Dios os está dando para cambiar de vida. Eso no significa que tengáis que ser curas y monjas, pero sí tenéis que daros a Él, como Él quiera”.
“En esa peregrinación, yo sentí fuertemente otra bofetada en el alma. El Señor me dijo: ‘Yo quiero que vivas como ellas’, sin palabras, pero yo entendía que yo tenía que vivir la vida de las hermanas y que Él me estaba llamando a eso. Yo sabía que tenía que darle mi vida, pero ahora me estaba mostrando cómo la tenía que dar: como las hermanas, en pobreza, castidad y obediencia”, indicó.
La religiosa al principio no aceptó el llamado de Dios, y regresó a su país a terminar sus estudios, pero Jesús siguió llamándola en medio de su búsqueda de ser una actriz famosa. Finalmente, la joven decidió aceptar la vida religiosa.
“Mis amigos estaban llorando, mi familia no entendía nada, porque yo no vivía muy coherentemente. Yo decía que iba a ser monja, pero, claro, lo decía con una cerveza en una mano y un cigarrillo en la otra. ‘¿Dónde vas? Te van a echar en dos semanas’. Entonces el Señor me dio una gracia muy grande y una luz muy grande para ver que, si Él me pedía eso, aunque yo era muy débil y muy pobre, y todo lo que quieras –y muy fantasma–, Él me iba a dar la gracia de hacer lo que Él quería de mí”, indicó.
La hermana señaló que, a pesar de todo el miedo, de sentirse como en un acantilado, ella decidió saltar, porque Dios la acogería.
“Y yo sabía que estaba saltando, pero no para llegar a la nada, sino para que las manos del Señor y de la Virgen me pudieran recoger y para devolverme mi dignidad, mi libertad, la verdad de quién soy yo”, agregó.