La vida de Thomas "Tom" Vander Woude es un ejemplo de amor incondicional. Tuvo 7 hijos, a los cuales educó en el camino de la fe, y no dudó en dar su propia vida para salvar la de uno de ellos. Su heroico sacrificio nos puede enseñar mucho de la verdadera paternidad.

Vander Woude nació en Sioux Falls, Dakota del Sur (Estados Unidos), en 1942. Al crecer, dejó la granja para unirse a la Marina, y como piloto, sirvió al país durante 17 años. Se casó con Mary Ellen Earley en 1964, con quién tuvo 7 hijos: Tom, Steve, Dan, Bob, Chris, Pat y Joseph. 

En 2002, luego de 26 años, se retiró de la aviación comercial, y se dedicó a ser director de atletismo en Christendom College en Front Royal, Virginia.

En un artículo de National Catholic Register, el escritor Tim Drake indicó que Vander Woude se caracterizó por su humildad.

Su tercer hijo, Dan, señaló que, cuando su padre veía que alguien necesitaba ayuda, no se preocupaba en ver si era el mejor calificado, sino que intervenía para apoyar al prójimo.

“No conocía el fútbol, pero había una necesidad, así que fue a cursos de entrenamiento para aprender”, recordó Dan. “Ya fuera entrenando baloncesto, fútbol o dirigiendo a los monaguillos, era muy bueno con los jóvenes”.

Además, indicó que Vander Woude sabía que el secreto para lograr una familia católica sólida estaba en tener una vida de cara a Dios.

“Cuando otros preguntaban sobre los secretos del éxito para criar familias católicas, siempre señalaba rápidamente el Rosario familiar. Definitivamente estaba dedicado a Nuestra Señora.
También hacía una Hora Santa entre las dos y las tres de la mañana y comulgaba diariamente. Con el Rosario, solía decir una oración a San José. Esas eran las cosas que veíamos de nuestro padre. En esta cultura, que vende muchas cosas, tenía un padre de rodillas que me mostraba cómo ser un hombre de Dios”.

Drake indicó que el amor de Vander Woude por la Virgen María llevó a la familia a organizar en la granja un festival mariano anual cada último domingo de mayo, donde cientos de amigos y conocidos se reunían a celebrar. ¡La familia siguió con esta tradición por casi dos décadas!

El amor de un padre

La fe de Vander Woude no solo se queda en las palabras, sino que se refleja en su amor incondicional por sus hijos, un amor que llegó hasta el límite.

El director de estudios sacerdotales de los Frailes Franciscanos de la Renovación (CFR), P. Mark-Mary Ames, resaltó que Vander Woude tenía un lugar especial en su corazón por su último hijo, Joseph, conocido como Josie, quién nació con síndrome de Down.

“Vander Woude era un ‘hombre de verdad’. Era un atleta y entrenador; corría todos los días y transmitió esta disciplina a sus hijos, quienes continuaron el legado deportivo de los Vander Woude. Pero con Josie, el atletismo y la disciplina de Tom se manifestaron no en competir por un campeonato, sino de maneras más profundas”, agregó.

Vander Woude dedicó mucho tiempo en ayudar a Joseph y era un regalo para la pareja tener la presencia de su hijo continuamente en casa. Sin embargo, cuando Joseph tenía 20 años, fue víctima de un terrible accidente.

La tapa del tanque séptico de la granja se rompió y Joseph cayó adentro. Sin dudarlo, Vander Woude se lanzó para ayudar a su hijo, alzándolo sobre el nivel del agua para que pudiera respirar.

Su esposa, alertada del accidente, llamó al 911 y corrió hacia ellos para intentar ayudar, pero en la lucha por salvar a Joseph, Vander Woude no resistió el agotamiento y los gases tóxicos. El señor de 66 años perdió el conocimiento en las aguas residuales.

Joseph sobrevivió ese día gracias al heroico sacrificio de su padre.

Más de 2 mil personas, 70 sacerdotes y un obispo se reunieron en su Misa de Exequias el 15 de septiembre de 2008, para rendir homenaje a un hombre que inspiró a muchos, no solo en la vida, sino en la muerte.

La capilla de adoración donde asistía semanalmente a Hora Santa durante la madrugada fue renombrada en su honor, y sus hijos mantienen hasta ahora la tradición de asistir de 2 a 3 de la mañana a rezar frente al Santísimo a ejemplo de su padre.

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