Cuando se tiene una Iglesia que ha existido desde hace 2000 años, casi todo lo que puede haber sucedido en ella, sucedió. Esta es una de esas historias – y tiene una importante lección.

En el siglo XIII, el Papa Gregorio IX emitió un inusual decreto. En él, el Sumo Pontífice decretó solemnemente que los bautismos con cerveza (en lugar de agua) eran completamente  inválidos. El escribió:

Dado que, según la enseñanza del Evangelio, un hombre debe nacer de nuevo del agua y del Espíritu Santo, no han de considerarse válidamente bautizados aquellos quienes hayan sido bautizados con cerveza.

La línea sobre “nacer de nuevo del agua y del Espíritu Santo” es una referencia a la enseñanza de Jesús sobre el bautismo en el evangelio de San Juan, capítulo 3. Al parecer había una región en Noruega que tenía una escasez de agua y estaban utilizando la cerveza como un reemplazo para el sacramento, así que el Papa se vio obligado a intervenir.

Pero ¿cuál es el problema? Si la gente no estaba tratando de burlarse del sacramento y sólo estaban usando lo que tenían a la mano ¿por qué era tan importante intervenir? La respuesta está en la naturaleza del bautismo, de lo que es y de dónde viene.

En primer lugar, el bautismo es uno de los sacramentos más importantes de la fe católica. Es el primero de ellos – no puede recibir otros sacramentos si primero no ha sido bautizado – y recibirlo (o desear recibirlo) es necesario para la salvación. En otras palabras, tú no quieres jugar con el; realmente quieres hacer las cosas bien.

En segundo lugar, el bautismo no es algo creado por la Iglesia. Más bien, Cristo mismo se lo regaló a la Iglesia. Por lo tanto, no tenemos la autoridad para cambiarlo como nos plazca. Sobre la base de la revelación de Cristo en la Escritura y en la Tradición, y guiados por el Espíritu Santo, la Iglesia ha sido capaz de especificar con claridad exactamente los requerimientos para un bautismo válido.

Entre esos requisitos, que incluyen cosas como la intención adecuada (para hacer lo que hace la Iglesia) y las palabras adecuadas ( “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”), el ministro debe utilizar el agua, como se usa en el Nuevo Testamento. Un intento de “bautismo” sin ninguna de estas cosas esenciales no es un verdadero bautismo.

Por eso, “bautizar” con cerveza, incluso con la mejor de las intenciones, ¡no cuenta! Y cualquiera de las personas en el siglo XIII que fueron “bautizados” con cerveza debieron ser bautizadas correctamente con agua.

¡Imagina tener que volver a su parroquia para ser “re-bautizado” por algo así!

[Ver: La bendición de la cerveza existe ¡No es broma!]

[Ver: La curiosa historia del Santo patrón de los cerveceros, San Arnulfo de Metz]

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