Simone Rizkallah es profesora de teología moral e historia, y enseña a alumnos de secundaria. Escribió un artículo en la página Ethika Politika sobre cómo el Espíritu Santo transforma un colegio.

Según indica Rizkallah, por raro que suene, una escuela es católica cuando el personal, el área administrativa y los maestros son católicos.

Piensa que la presencia de una comunidad y de la amistad son fundamentales para ver una renovación en la educación católica, asumiendo que la educación propuesta sea católica, en primer lugar.

Una verdadera educación católica

Además, la identidad católica no se limita a las estructuras externas; como los crucifijos en las aulas y las oraciones obligatorias antes de las clases. La vida interior del profesor es importante.

Tan importante como las estructuras externas. Por ejemplo, en la escuela donde trabaja Rizkallah se ofrece dos Misas opcionales al día, confesiones diarias, procesiones eucarísticas, rosarios mensuales, adoración eucarística del primer viernes, y Misas de toda la escuela.

La profesora considera que si bien la ortodoxia y la estructura apropiada son fundamentales, no es suficiente para una educación católica.

Ya que “educación católica” quiere decir conversión, y no simplemente una legislación efectiva de la moralidad. Los actos virtuosos, después de todo, no son lo mismo que la virtud.

“Nadie vive solo, nadie peca solo, nadie se salva solo” – Papa Benedicto XVI

Educar es difícil, las necesidades de los estudiantes van más allá de las capacidades y los deseo de los profesores de ayudarlos.

A pesar de la sangre, el sudor y las lágrimas, el arduo trabajo, y el esfuerzo piadosos se vuelven fácilmente en moralismo si no está el Espíritu Santo formando amistades, y entre los educadores en primer lugar.

Sin embargo, si el Espíritu Santo no está convirtiendo las almas en las escuelas, ¿estamos confiando demasiado en los recursos humanos?

El Obispo Sheen llama a la “Garantía Divina” la promesa de Jesús de hacernos pescadores de hombres (Lucas 5:10), no pescadores para los hombres.

“Los educadores deben tener una vida de oración profunda”

La profesora Rizkallah indica que no hay comunidad auténtica sin comunión con la Santísima Trinidad. Los educadores deben tener una vida de oración profunda.

Esta realidad significa tener suficiente fe para elegir hacer menos y orar más.

La oración significa crear suficiente margen de espacio en la vida para que el Espíritu Santo pueda hablar en silencio.

La oración significa prestar atención a la voluntad de Dios y esperar las indicaciones del Espíritu Santo. La acción prudente sigue a la oración; no al revés.

La administración debe hacer todo lo posible para apoyar una vida de oración meditativa y contemplativa de la facultad.

En general, Simone Rizkallah postula que un colegio es transformado por el Espíritu Santo gracias a la confianza en Dios, el hábito de vivir los rituales católicos en la institución, buscar que los profesores y el personal luchen por vivir una fe católica y, sobre todo, buscar que se viva un ambiente de oración.

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