Durante una Misa, Ángel David comprendió el llamado que Dios tenía para su vida. Así comenzó la historia de este seminarista mexicano que descubrió su vocación sacerdotal tras la conversión de sus padres y el paso de su familia del ateísmo a la fe.

Del ateísmo práctico al encuentro con Dios

Ángel creció en una familia numerosa que se consideraba creyente, pero que vivía en el llamado “ateísmo práctico”, ignorando la presencia de Dios en la rutina diaria. Junto a sus cuatro hermanos y sus padres, reconoce que “no contemplábamos a Dios en la vida cotidiana y mucho menos íbamos a Misa”.

Todo cambió cuando sus padres decidieron regresar a la fe, recibir los sacramentos y casarse por la Iglesia. Desde entonces, su familia se ha comprometido activamente con la evangelización.

“Ver a mis padres retomar la fe fue la semilla de la vocación que Dios puso en mí, y sigue cuidando de ella cada día”, señaló a la Fundación CARF.

El regreso de su familia a la vida cristiana fue el terreno fértil donde su vocación comenzó a germinar.

El momento en que descubrió su vocación

Ángel cuenta que su primer acercamiento serio a la fe fue al prepararse para la Primera Comunión. Lo que empezó como una simple tradición se transformó en el inicio de un camino de entrega. Ser monaguillo le permitió descubrir la belleza de la liturgia y, en medio del silencio de una Misa, sintió con claridad el llamado de Dios.

“El momento especial fue durante una Santa Misa. El sacerdote tenía unas cincuenta personas para confesar, y pensé que era imposible que alcanzara a todos. Me pregunté si algún día podría ser yo quien ofreciera el perdón de Dios… y en ese instante, Él plantó la semilla de mi vocación”, recuerda.

Los retos de evangelizar hoy

Al reflexionar sobre la fe en México, Ángel reconoce que, a pesar de ser un país mayoritariamente católico, la evangelización enfrenta grandes desafíos.

“El mayor reto es el secularismo y el materialismo en los jóvenes. Ese materialismo lleva a la falta de compromiso en la Iglesia. Además, el aumento de diversas religiones y sectas ha hecho que el catolicismo esté un poco a la baja”, explica.

Sin embargo, destaca que la devoción a la Virgen de Guadalupe sigue siendo un faro de esperanza:

“La Guadalupana en México se ve como una madre amorosa que siempre nos cuida y que intercede ante Dios por nosotros. El 12 de diciembre, festividad de nuestra patrona, incluso personas de otras religiones o ateas se acercan a rezar un rosario ante ella. Parece una broma, pero es cierto”.

Hoy con 20 años, Ángel se forma como sacerdote en la Universidad de Navarra, en Pamplona gracias a la ayuda de la Fundación CARF. El joven seminarista indica que al llegar a España no se imaginó que hubiera tan pocas personas en Misa.

“Me sorprendió mucho observar por ejemplo que un día, en una Santa Misa, solo hubiera tres personas”.

Aún así, resalta que los jóvenes españoles que participan en la Misa dominical están profundamente comprometidos con su fe.

“El sacerdote de este tiempo debe ser sano, sabio y santo”

Para Ángel, la Iglesia de hoy necesita sacerdotes cercanos:

“El sacerdote de este tiempo debe ser sano, sabio y santo. Sabiendo vivir en el mundo, pero sin ser de él. Y también debe aprender a usar las redes sociales como puente de evangelización, aunque con cuidado para no aislarse ni caer en la desinformación”.

Conoce cómo puedes ayudar a más jóvenes como Ángel en su formación sacerdotal junto a la Fundación CARF.

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