El cáncer es una de las enfermedades más difíciles que existe, solo hablar de ella puede causar a muchos tristeza, enojo y temor.
En un momento tan doloroso, donde en algunos casos se enfrenta la posibilidad morir, ¿dónde está Dios?
Los médicos y psicólogos recomiendan a los pacientes estar rodeados de familia, amigos, y si es que es el caso, de una comunidad religiosa.
“Tened por sumo gozo cuando os halléis en varias pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (St 1: 2-3). Si bien la religión no necesariamente es sinónimo de una relación con Dios, en ella se puede conseguir herramientas útiles para encontrarte de forma más personal con Él.
El diario Prensa Libre de Guatemala compartió varios testimonios de mujeres que hallaron en Dios la fuerza y la paz para afrontar el cáncer de mama, aquí compartimos 4 de ellos:
Carolina Gutiérrez de Sarceño, de 33 años
“Me siento bien gracias a Dios. Mi familia me apoyó en los momentos difíciles, porque no es fácil con los síntomas de las quimioterapias. Yo les digo a las mujeres que pasan por esto que luchen, porque Dios está siempre con uno. El cáncer es silencioso, no avisa. Hay que hacerse a tiempo los autoexámenes para que no pasen por lo que yo pasé”.
Consuelo González de Grijalva, de 61 años
“El tratamiento contra el cáncer al que me sometí llegó en los mejores días de mi vida, cuando no me sentía enferma y mis hijos ya estaban grandes. Le pedí a Dios y a la Virgen que me ayudaran a levantarme. Sabía que con fe iba a salir adelante y me decía que si estaba viva es porque Dios quería que luchara. Nunca renegué ni pregunté por qué me pasa esto a mí. He pasado días difíciles, pero el cáncer no ha sido una condena, sino un cambio de vida positivo, porque he podido ayudar a mucha gente con mi testimonio. Nosotros ayudamos a los científicos a investigar cada vez más sobre el cáncer. Somos sobrevivientes que aportamos al futuro de la juventud”.
Sonia Victoria Castillo, de 37 años
“Cuando me dijeron que tenía cáncer, entré en pánico. Lo primero que pensé fue en mis hijos, de 9 y 14 años, y qué iba a hacer de ellos sin mí cuando yo no estuviera. Entré en pánico. No tenía el apoyo de mi mamá ni de mis hermanos, solo de mi esposo e hijos que me pedían que no me muriera. Yo les dije que iba a luchar por ellos y pasaron las quimioterapias junto a mí. Uno siente que se está ahogando y que quiere salir. Dios me da la fortaleza para levantarme cada día. Todas somos luchadoras. Dios es fiel porque Él me ha sanado”.
Miriam Lemus, de 49 años
“Cuando me diagnosticaron cáncer de mama, había pasado un año desde que mi padre había muerto de cáncer de próstata. Mi madre había fallecido por cáncer de mama hacía 32 años. Yo me dije a mi misma que no iba a morir de cáncer, que iba a luchar y a salir adelante. Me siento con mucha fortaleza y agradezco a Dios por el día a día y le doy infinitas gracias porque Él está a la par nuestra. El cáncer sí se puede curar, pero hay que atender todo lo que dicen los médicos”.