Durante años, René Ponte —más conocido como René ZZ— buscó respuestas en todos los rincones posibles. Pero fue un sueño el que le mostró una verdad que transformaría su vida: Dios lo amaba. Desde entonces, el youtuber español ha iniciado un camino de conversión al catolicismo.
En un video publicado en su canal de YouTube, René compartió abiertamente su testimonio de fe, relatando cómo pasó del agnosticismo a la certeza del amor de Dios. Creció en una familia a la que describe como “creyente a su manera”, donde la presencia de Dios era más bien cultural que vivencial.
“De vez en cuando se hacían referencias al Niño Jesús, a ir a la iglesia un domingo, a hacer la comunión, a rezarle a Dios. También me decían: ‘No, rézale a Dios si quieres que las cosas te salgan bien’. Pero tampoco me lo imponían”.
Esa creencia básica se mantuvo hasta los 13 años, cuando un compañero de clase le habló por primera vez sobre el ateísmo.
“Me empezó a decir: ‘Dios no existe por esto, por lo otro, porque si te das cuenta, nos han engañado, no sé qué’, ateo promedio, rollo: quiero convencerte de que algo en lo que tú crees no existe, aunque yo tampoco esté convencido, pero me apetece creer en la religión de no creer en Dios”.
René confiesa que esa conversación lo destrozó. Desde entonces comenzó a dudar, y poco a poco fue dejando de lado la fe para centrarse en los problemas del día a día.
“Estoy seguro de que mucha gente se siente identificada con eso, o mucha gente sigue en ese estado, o mucha gente ha estado en ese estado de decir: ‘¿Qué voy a entrar yo en dilemas y debates teológicos si ya me está costando mantenerme a mí mismo en el planeta Tierra?’”.
El redescubrimiento de Dios
No fue sino hasta cerca de los 30 años, mientras vivía en Finlandia, que René comenzó a buscar nuevamente respuestas. Alejado de entornos tóxicos y con mayor estabilidad, empezó a leer e investigar temas como psicología, antropología y neurociencia.
“Primero me di cuenta de que todos ellos, la gran mayoría, mantenían la religión como algo a la par, o al menos el teísmo, el creer en que hay algo más. Había gente que era muy de ciencias de todo tipo —matemáticos, biólogos— y creían en Dios. Y yo decía: ‘Vale, toda esta gente es mucho más inteligente que yo, sabe muchísimo más que yo, y, de alguna manera, la gran mayoría de ellos han llegado a la conclusión de que Dios sí existe’”.
Fue entonces cuando empezó a interesarse por la teología y decidió comprar una Biblia.
“Siempre recordaré la mirada de mi exnovia cuando recibí una Biblia en casa. Me miró con una cara de mezcla entre decepción y escepticismo. No la culpo por ello, pero me sentó bastante mal. Yo solo soy un hombre en busca de respuestas desde que tengo uso de razón”.
El sueño que lo cambió todo
Su vida dio un giro radical la noche en que tuvo un sueño que, según afirma, fue completamente diferente a cualquier otro que haya tenido. El youtuber soñó que Dios lo amaba y, en sus propias palabras: fue “la mejor sensación que he sentido nunca”.
“Yo sentía un placer, una serenidad, una tranquilidad y un bienestar que es imposible de traer al mundo terrenal. Y no solo eso, sino que el amor que yo recibía de Dios se lo devolvía en un ciclo eterno, que además no era un ciclo que tuviese fases: ocurría todo en el mismo instante”.
“No había nada en el sueño. Esa es otra diferencia con los otros sueños: no existía nada en ese sueño. Nada. No había formas, no había personas, ni siquiera estaba Dios como se lo imagina mucha gente”.
Al despertar, René supo con certeza que Dios existía y que estaba a su lado.
“Tan a mi lado, que ha decidido darme ese regalo para que yo entienda algo que aún no sé qué es. Pero, por supuesto, mi misión es llegar a entenderlo”.
El inicio de una vida nueva
Ese encuentro lo impulsó a tomar en serio su proceso de conversión. A medida que se acercaba a Dios, comenzó a verse con mayor claridad. Reconoció errores, heridas no sanadas y el daño que había causado a otros, muchas veces sin intención.
“Somos peores personas de lo que pensamos, y también mejores de lo que creemos, muchas veces. Pero pecamos mucho y hacemos mucho mal —a veces dándonos cuenta, y muchas otras sin darnos cuenta. Y luego, incluso —lo que se llaman los pecados de omisión— hacemos el mal por no actuar en determinadas circunstancias”.
René entendió que necesitaba humildad, pedir perdón y cambiar. Poco a poco, su vida comenzó a ordenarse: sanó relaciones familiares, cultivó amistades más profundas y encontró una paz interior desconocida hasta entonces.
“Yo ahora mismo entiendo que soy lo mismo que un asesino y que un santo. Simplemente, un asesino y un santo son personas que han tomado dos caminos completamente distintos. El santo se encomienda a Dios; el asesino, al diablo. Por muy raro que le suene a algunos, al final la vida consiste en eso. Todos tenemos el potencial de acercarnos más hacia la luz o hacia la oscuridad”.
Hoy, René vive su fe con más convicción. Reza por las mañanas y por las noches, agradece a Dios por el día y, desde hace cuatro o cinco meses, asiste a Misa todos los domingos.
“Al principio era una obligación que me autoimpuse. Me sentía raro. Luego empecé a sentirme un poco bien. Y después llegó el punto en el que estoy ahora: me hace ilusión, la noche anterior, saber que al día siguiente me voy a despertar para ir a misa”.
Tras años de búsqueda y múltiples intentos por llenar el vacío interior —desde la psicología y el deporte hasta el arte, los viajes, el amor y la música—, René reconoce que sólo Dios ha podido darle sentido a su vida.
“Siempre he estado preocupado. Siempre he estado ansioso. Y siempre he tenido una atadura al pasado enorme, una ansiedad por el futuro exacerbada.
He probado la psicología. He probado el deporte. He probado la lectura, he probado a viajar, he probado a conocer gente. He tenido relaciones maravillosas. He amado con locura. He estudiado una carrera, un máster. He llegado a trabajar, incluso me he tatuado el cuerpo entero, y he vivido muchas otras experiencias que ahora mismo se me olvidan. He tenido grupos de death metal. He probado con todo. Con todo, para paliar el dolor que yo tenía dentro.Y no ha sido hasta que Dios apareció en mi vida y me dijo: ‘Gracias por el esfuerzo. Pero no estabas enfocando bien. Soy Yo. Come at Me. Ven aquí’. Y me dio ese abrazo, en ese sueño, donde yo sentí algo que supe que solo podía ser Dios”.
“Y ahí fue cuando empecé a encontrarme bien. Después de 30 años de mi vida. Y ahora no os digo que esté perfecto. Pero, ojo: duermo tranquilo por las noches. Quiero a mi madre de la manera más sincera en la que lo he hecho nunca. A mi hermana. Valoro a mis amigos más que nunca. Empiezo a entender el perdón. Y empiezo a estar tranquilo hasta el punto en el que ya he llegado a la conclusión de que estoy dispuesto a morir por Dios. Y una vez estás dispuesto a morir por lo más grande que existe, todo lo demás es un regalo”.