De “vivir en caída libre”, como lo dijo él en una entrevista a la página web de la Arquidiócesis de Granada, el sacerdote Héctor Andrés Luna, argentino, pasó a vivir entregado a la misión y a la vida clerical.
El Padre Héctor, vicario parroquial de la iglesia de Santo Ángel Custodio, indicó haberse convertido en una discoteca.
Historia de conversión
Cuando tuvo 13 años de edad, el Padre Héctor perdió a su padre. Esto le marcó mucho, entregándose a una vida de desenfreno para poder evadir el dolor. Dentro de este estilo de vida, evitaba a Dios y a la Iglesia.
“Precisamente mi conversión fue en una discoteca [a los 18 años], de pronto Dios me dio la comprensión de que si seguía así mi alma se perdería, por mis pecados, estaba muy alejado de Él”, explicó el sacerdote.
Al confesarse, sintió cómo la misericordia de Dios le hizo entender el porqué de su comportamiento y el dolor por sus pecados. Volvió a leer la Biblia y se impresionó por el testimonio de San Pablo.
Encuentro de su vocación
Entró en un proceso de búsqueda de vocación que duró muchos años. Fue en la Basílica de Luján, este de Argentina, al entrar en el “Camarín de la Virgen”, una de las zonas de la iglesia, cuando entendió que su vida era ser misionero.
Entró al Instituto del Verbo Encarnado en 1987, a los 20 años, para estudiar filosofía y teología, fue ordenado en 1994 en Argentina, y trabajó durante varios años con los jóvenes en distintos países de Latinoamérica.