Joseph Calvert, en la década de los 80, odiaba el cristianismo de tal manera que mientras estudiaba en la universidad y trabajaba en un restaurante de comida rápida, compró varias copias de "Por qué no soy cristiano" del matemático Bertrand Russell para distribuirlas gratuitamente en el campus. 

Según Russell, “la religión cristiana, tal como está organizada en iglesias, ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo”, explicó Calvert a Religion En Libertad.

En la universidad, Joseph abrazó el ateísmo militante y se dedicó a la meditación budista.

“En mi opinión, los católicos eran unos lemming que no pensaban, que creían supersticiones sólo por haberlas recibido de sus padres. La Iglesia Católica era sólo otra entidad ansiosa de poder y riquezas. Pensaba que el Papa, que era San Juan Pablo II, sólo era un difusor de supersticiones y lo ridiculizaba cuando hablaba de él”.

Pero, “sentía cierta admiración por su fuerza al mostrarse en desacuerdo. Su fuerza y consistencia serían una de las cosas que luego contribuirían en mi conversión”, agregó Joseph sobre San Juan Pablo II.

Sin embargo, fue a través de la lectura de algunas obras de Santa Teresa de Ávila que Joseph cambió.

“Su vida y escritos eran irreconciliables con lo que me habían enseñado en las universidades sobre la Iglesia. Me habían dicho que la Iglesia machacó a las mujeres durante dos mil años. Pero aquí teníamos una mujer intelectual brillante, superfuerte, y precisamente de la España del tiempo de la Inquisición, llena de gozo y amor por la vida y por la Iglesia. Esta fue la primera andanada seria contra el muro aparentemente impenetrable de mi orgullo intelectual”.

A partir de ese momento, los católicos comenzaron a recuperar su dignidad a los ojos de Joseph.

“Así, me leí el Catecismo de principio a final y no encontré nada que no fuera lógico o digno de confianza”, indicó. 

El 23 de diciembre de 1995, a los 35 años, Calvert se unió a la Iglesia católica a través del sacramento de la Confirmación. 

“Dejé ir mis últimas objeciones, nada trae más paz de mente y alegría que hacer la voluntad de Dios”, afirmó.

Hoy en día, Calvert es diácono permanente.

“Jesús no dijo: 'limítate a ser buen católico, ten limpio tu porche trasero y dedícate a tus asuntos'. Él dijo: 'id y haced discípulos de todas las naciones'".

Escucha su historia en inglés en The Coming Home Network International:

Busquemos también la voluntad de Dios en nuestras vidas.

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