Sir Alfred Jules Ayer fue uno de los filósofo ateo muy destacado del siglo XX. Era un defensor del positivismo lógico , que afirmaba que todas las afirmaciones no empíricamente verificables, incluidas las religiosas, carecían de sentido. Y estaba absolutamente seguro de que no había Dios ni una vida futura.
Hasta que murió brevemente, y tuvo una experiencia sobrenatural que no pudo explicar.
Alfred Jules Ayer, nació en 1910 en el noroeste de Londres, de madre judía y padre calvinista suizo. Después de graduarse de Oxford, ganó fama como filósofo a la edad de 26 años de un libro de filosofía que publicó.
Apareció regularmente en programas de televisión y radio para promover el ateísmo y el cientificismo, e incluso participó en debates públicos sobre religión con eruditos cristianos. También era una especie de libertino, a menudo visto discotecas en Londres y Nueva York, y se casó cuatro veces.
Todo esto hizo que su afirmación de tener una experiencia cercana a la muerte fuera tan extraordinaria.
En 1988, a la edad de 77 años, Alfred Jules Ayer sufrió un caso grave de neumonía mientras viajaba por los Estados Unidos. Después de 10 días en el hospital, sintió que estaba lo suficientemente bien como para llegar a Inglaterra. Pero poco después de llegar, tuvo una recaída y fue llevado nuevamente al hospital.
Después de aproximadamente una semana, parecía estar mejorando hasta que se atragantó con un trozo de salmón. “[Fue] mi culpa”, escribió más tarde . “Bajó por el camino equivocado y casi de inmediato se desplomó el gráfico que registraba los latidos de mi corazón”.
Los asistentes del hospital se apresuraron a salvarlo, pero llegaron demasiado tarde: su corazón se detuvo por completo. Sin embargo, siguieron trabajando y, sorprendentemente, su corazón comenzó a latir nuevamente unos cuatro minutos más tarde.
Los médicos pensaron que había sufrido daño cerebral por el episodio, por lo que todos se sorprendieron cuando finalmente recuperó la conciencia y pudo hablar normalmente.
En la primera conversación que pudo recordar después de despertarse, le dijo a una mujer en su habitación: “¿Sabías que estaba muerto? La primera vez que intenté cruzar el río me sentí frustrado, pero mi segundo intento tuvo éxito. Fue de lo más extraordinario”.
Ayer había experimentado una increíble experiencia sobrenatural de algún tipo de vida después de la muerte.
” Me enfrenté a una luz roja “, escribió más tarde sobre su experiencia en un artículo titulado ” Lo que vi cuando estaba muerto “, ” extremadamente brillante y también muy doloroso incluso cuando me alejé de él”. ”
¿Y qué era esta luz? “ Sabía que esta luz era responsable del gobierno del universo. ”
Describe encontrarse con dos criaturas y tratar de ayudarlas a arreglar el espacio-tiempo, que estaba “un poco fuera de lugar”. “Después de ser ignorado por las criaturas, escribe:” Me puse cada vez más desesperado, hasta que la experiencia llegó a su fin. ”
Un escritor cristiano ha especulado que, de ser cierto, podría tener una experiencia limitada del infierno.
Pero como ateo, ¿cómo explicó Ayer todo esto?
Más tarde, uno de sus médicos afirmó que Ayer le había confiado: “Vi un Ser Divino. Me temo que tendré que revisar todos mis libros y opiniones ”.
Sin embargo, públicamente, Alfred Jules Ayer reconoció que su experiencia podría haber sido un engaño. Pero también fue lo suficientemente real como para que admitiera que lo hizo reconsiderar algunas de sus convicciones anteriores:
“Mis experiencias recientes han debilitado ligeramente mi convicción de que mi muerte genuina, que se espera bastante pronto, será mi fin, aunque sigo esperar que así sea “.
Desafortunadamente, dijo que no afectó su ateísmo: “No han debilitado mi convicción de que no hay dios”. Aun así, su mera concesión de que su experiencia podría señalar la existencia de una vida futura provocó tal reacción por parte de sus humanistas ateos que se vio obligado a escribir un artículo de seguimiento que reafirmaba su creencia en el materialismo.
Alfred Jules Ayer murió un año después en 1989, todavía repudiando públicamente la existencia de Dios.
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