El 7 de septiembre de este año, el Papa León XIV canonizará en una misma ceremonia a Carlo Acutis y a Pier Giorgio Frassati, un joven italiano que ha dejado un testimonio de caridad y alegría que trasciende generaciones.

Pier Giorgio nació en Turín en 1901 y falleció en 1925, hace exactamente 100 años. Creció en el seno de una rica familia: su padre Alfredo era un senador liberal, periodista, propietario del periódico La Stampa, y su madre Adelaide fue una pintora muy reconocida.

El que será junto a Carlo Acutis, el primer santo canonizado por el Papa León XIV, desde niño mostró su fuerte sensibilidad por los más pobres, convirtiéndose en un joven solidario con los más necesitados en su ciudad natal, Turín. También se dedicó a obras de acción social que unían a las personas en amistad para combatir las desigualdades, se opuso al fascismo y participó en grupos estudiantiles, así como en el Apostolato di preghiera y en la Acción Católica. 

Su fe viva y cotidiana tiene mucho para enseñarnos hoy:

1. La fe no es un adorno, es una forma de vida

Pier Giorgio vivió su fe con intensidad y compromiso real. Para él, ser cristiano no era solo ir a misa, sino comprometerse con los pobres, con la justicia y con la verdad. La fe debe transformar nuestra vida, darnos identidad y propósito, no ser una rutina vacía.

“Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin sostener una lucha continua por la verdad, no es vivir, sino ir tirando”.

2. La caridad no es opcional

Frassati dedicaba gran parte de su tiempo libre a ayudar a los pobres, enfermos y marginados, aun a costa de su comodidad. Para él, el compromiso social era parte fundamental de su día a día. Murió de poliomielitis fulminante, enfermedad que contrajo ayudando a los más necesitados.

“Jesús me visita cada mañana en la comunión; yo le devuelvo la visita lo mejor que puedo, visitándolo entre los pobres”.

3. La santidad es para todos, incluso para los que aman la aventura

Pier Giorgio era amante del alpinismo, los deportes, la amistad, la política y la lectura; no era un joven encerrado en una iglesia todo el día. Era miembro del Club Alpino Italiano y escalaba montañas como el Grand Tournalin y el Monte Viso. Pier Giorgio nos demuestra que no tenemos que dejar nuestra vida para ser santos. Podemos vivir plenamente nuestras pasiones y amistades, pero orientándolas “¡Hacia lo alto!” (Verso l’alto) — Lema que escribió en una foto mientras escalaba una montaña, que también reflejaba su deseo de ser santo.

“La sociedad moderna se hunde en los dolores de las pasiones humanas y se aleja de todo ideal de amor y paz. Vosotros y nosotros, los católicos, tenemos que llevar el soplo de bondad que solo puede nacer de la fe en Cristo”.

4. Comprometernos con la verdad y la justicia

Fue un laico muy activo políticamente, defensor de los derechos humanos, contrario al fascismo y fue militante de la Acción Católica. Pier Giorgio nos enseña a no conformarnos con lo superficial, a luchar por un mundo mejor desde nuestras convicciones y acciones diarias.

“La caridad no basta: hay que luchar por la justicia”.

5. No esperar a ser mayores para hacer el bien

A los 24 años, Pier Giorgio había hecho más por su comunidad que muchas personas en toda su vida.

"De ti mismo no harás nada, pero si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces alcanzarás la meta".

6. La Eucaristía y la oración son nuestro motor

Iba a misa y comulgaba diariamente, rezaba el rosario y pasaba tiempo en adoración. De allí sacaba la fuerza para todo lo demás. Nuestra fuerza viene de la relación con Dios. La oración no es una tarea más, es lo que nos da dirección.

“La fe nos da fuerzas para soportar las espinas con las que está tejida nuestra vida”.

En 1922, después de meditarlo mucho, ingresó en la rama laica de los dominicos. Tras un año de iniciación, realiza sus votos como laico dominico en mayo de 1923. Murió el 4 de julio de 1925 con 24 años. Todo el pueblo de Turín estuvo en su funeral.

Comparte