En 1986, San Juan Pablo II dio un mensaje especial en el Ángelus, donde hizo referencia a un famoso dicho de San Agustín: “Somos un pueblo de Resurrección y el aleluya es nuestra canción”.
Pero antes de que podamos ser verdaderamente el pueblo de Pascua, tenemos que ser el pueblo de la Cuaresma.
Durante este tiempo litúrgico, somos llamados espiritualmente al desierto para unir nuestros sufrimientos a los de Cristo, reflexionar sobre nuestro viaje e incluso enfrentar la desolación. Aunque el Catecismo establece que los católicos deben recibir el sacramento de la Reconciliación por pecados graves al menos una vez al año (CIC 1457), deberíamos buscar la penitencia y esforzarnos por estar en estado de gracia tan a menudo como sea posible.
A continuación, te presentamos 4 razones por las que deberíamos ir a confesión durante la Cuaresma y durante todo el año.
1. Responsabilidad
Aunque puede ser fácil culpar a otros, debemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones. Dada la confidencialidad de la confesión, es un lugar seguro para nombrar nuestros pecados en voz alta, declarar la frecuencia de esas ofensas y reconocer nuestras malas acciones.
Hacer un Examen de Conciencia antes de la confesión nos ayuda a tener una mejor revisión de la realidad, a ser honestos tanto con uno mismo como con el Señor en busca de vivir una vida más devota.
2. Experimentar el Perdón de Dios
Ya sea que nos sintamos dignos de perdón o no, el Señor nos otorga esta gracia a través del ministerio del sacerdocio.
La misericordia de Dios nos envuelve durante la confesión, liberándonos de la carga del pecado. Tenemos la oportunidad de comenzar de nuevo con la conciencia limpia.
Jesús dijo estas palabras a Santa Faustina acerca de su misericordia:
“Para que cada alma exalte mi bondad, deseo la confianza de mis criaturas; invita a las almas a una gran confianza en mi misericordia insondable. Que no tema acercarse a mí el alma débil, pecadora y aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo se hundirá en el abismo de mi misericordia”. - Diario de Santa Faustina, 1059
3. Participar plenamente en la Misa
Ir a Misa en pecado mortal se siente como ver a todos tus amigos ser invitados a una fiesta sin ti. Pero peor.
Estamos llamados a estar en plena comunión con nuestro Señor y su Iglesia, lo que significa que debemos estar en estado de gracia.
Durante la celebración de la Misa, Jesús nos invita a compartir su presencia y recibirlo de una manera íntima y vulnerable. Dado que la Eucaristía es el regalo más precioso que tenemos en la Tierra, debería ser nuestro deseo hacer todo lo posible para participar plenamente en esta relación con el Señor.
Jesús nos dijo: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes". (Juan 6,53)
4. Recibir orientación espiritual
Dios no nos abandona en nuestros pecados. Afortunadamente, tenemos muchos sacerdotes para ayudarnos en nuestro camino.
Cuando el penitente da el Acto de Contrición, está haciendo una declaración de intención al Señor, un cambio de corazón y comportamiento. Además de la penitencia, el sacerdote ofrecerá orientación espiritual para ayudarnos a crecer en santidad.
Como nuestro Señor durante esos 40 días, tal vez estés siendo tentado por el enemigo en este momento. Tal vez estés enojado contigo mismo por ser esclavo del pecado habitual, o quizás estás luchando por cumplir tus promesas cuaresmales.
En nuestra fragilidad y mera humanidad, el Señor busca encontrarnos y transformarnos con su amor redentor. Puede que estemos en el desierto ahora, pero no durará. ¡Viene la Pascua!
No dejes que el regalo de este hermoso sacramento se desperdicie y prepara tu corazón y alma para el banquete celestial ahora.
“Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos” - Mateo 22,14