Santa Teresita del Niño Jesús es conocida como la santa del "pequeño camino", porque presentó la santidad como un camino simple y humilde. Ella demostró que no era necesario hacer grandes cosas ni tener experiencias místicas para amar a Dios y ser fiel.
Por eso, queremos compartir contigo 3 actos que ella hacía en su vida cotidiana que también pueden ayudarte en tu camino hacia Dios:
1) No quejarse
En su autobiografía “Historia de un alma”, Santa Teresita relata que había una hermana que se sentaba a su lado y solía hacer un sonido molesto con los dientes. Ella confiesa que eso la irritaba mucho, pero nunca se quejó con ella. Al contrario, "sufría" en silencio, ofreciendo ese ruido como penitencia a Dios y recordando que, del mismo modo que eso la molestaba, ella misma podía hacer cosas que irritaran a las otras hermanas.
De igual manera, cuando lavaban la ropa, había una hermana que golpeaba las telas con tanta fuerza en la piedra que salpicaba agua en el rostro de Teresita, pero ella tampoco se quejaba.
2) Fortalecer la voluntad
Una de las penitencias que Santa Teresita practicaba era sentarse sin apoyar la espalda en el respaldo de la silla. Hacía esto precisamente con la intención de permanecer incómoda y fortalecer la mente en lugar del cuerpo.
Es más común escuchar sobre mortificaciones físicas durante la Cuaresma, pero en cualquier momento podemos aprovechar pequeñas situaciones cotidianas para dominar nuestros deseos y así fortalecernos para luchar contra el pecado.
3) Priorizar a los demás
Un episodio muy conocido de la vida de la santa es que, en una ocasión, durante un cumpleaños en su casa, Santa Teresita eligió el trozo más pequeño de pastel para que sus hermanas pudieran quedarse con los más grandes. Esto muestra que, aunque algo le gustara (y fuera algo lícito), ella renunciaba a ello por amor a los demás.
Este rasgo era muy característico en su vida: su apertura a la vida comunitaria y su deseo de amar, incluso cuando no era fácil.
Incluso en el Carmelo, había una hermana a la que cada vez que Teresita veía, le sonreía y trataba con amabilidad. Muchas religiosas pensaban que eran muy cercanas, pero en realidad, solo después de la muerte de Teresita, al leer su diario, descubrieron que la santa tenía dificultades con esta hermana. Sin embargo, en lugar de tratarla mal o con indiferencia, siempre elegía la caridad.