¿Conoces la devoción a las Manos Ensangrentadas de Jesús? Por Su gran amor por nosotros, Dios envió a Su Hijo Amado para salvar al mundo. La sangre de Cristo, derramada en su Pasión y muerte en la Cruz, fue el alto precio que nos rescató del pecado y nos devolvió a la unión con Dios.

En sus años de ministerio, Jesús pasó haciendo el bien y “sanando toda enfermedad y dolencia entre la gente”. (Mt 4, 23). Esas mismas manos que hacían prodigios y milagros fueron traspasadas en la cruz por los clavos e hicieron brotar la sangre divina, que nos lavó y nos redimió.

Descubre la poderosa oración a las Manos Ensangrentadas de Jesús

Entonces, si estás pasando por un período de mucha dificultad, ya sea en tu vida personal, profesional, familiar, espiritual, etc.; si la cruz es demasiado difícil de llevar, recuerda que Jesús está a tu lado, ayudándote y caminando contigo.

Reza esta poderosa novena a las manos ensangrentadas de Jesús y pídele la gracia que quieres alcanzar. Puedes orar durante nueve días seguidos por una intención en particular o ininterrumpidamente por devoción.

Oración a las Manos Ensangrentadas de Jesús

Jesús coloca Tus manos benditas, ensangrentadas, heridas y abiertas sobre mí ahora mismo.
(Haz tu pedido)
Me siento completamente impotente para seguir cargando mis cruces.
Necesito la fuerza y ​​el poder de Tus manos, que soportaron el dolor más profundo de ser clavado en la Cruz, para levantarme y sanarme ahora.
Jesús te lo pido no sólo por mí, sino también por todos los que más amo. Necesitamos desesperadamente sanación, física y espiritual, a través del toque consolador de Tus manos sangrientas e infinitamente poderosas. Reconozco, a pesar de todas mis limitaciones y la infinidad de mis pecados, que eres Dios Todopoderoso y misericordioso para actuar y realizar lo imposible.
Con fe y total confianza puedo decir:
¡Manos ensangrentadas de Jesús, manos heridas allí en la Cruz! Ven a tocarme. ¡Ven Señor Jesús!
Amén.

Luego rezar un Padre Nuestro y un Gloria, en agradecimiento por las gracias, bendiciones y milagros que serán concedidos.

¡Jesús, confío en ti!

Comparte