La Iglesia nos enseña que exiten tres arcángeles de los que conocemos sus nombres: Gabriel, Miguel y Rafael.

San Miguel quien expulsó a Satanás en la Guerra Celestial. San Rafael quien curó a Tobías. San Gabriel  aquel que tuvo la importante labor de anunciar la encarnación de Cristo a la Virgen María.

No sabemos cómo son en verdad, pero sabemos que son los mensajeros de Dios y cada uno tuvo -y tiene- una misión especial.

Ahora bien, en el marco de las revelaciones privadas, existe una hermosa visión de los tres arcángeles que recibió María Valtorta, una mística italiana que vivió en la primera mitad del siglo XX.

Como toda revelación privada, ningún católico tiene la obligación de creer en ella y se debe proceder con prudencia. Siempre el criterio para aceptar las supuestas revelaciones es que jamas contradigan los Santos Evangelios, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

A continuación compartimos algunos fragmentos de los “Los cuadernos 1945-1950”.

“Son tres jóvenes bellísimos”, la impresionante visión de las santo arcángeles de una mística italiana

Estaba María Valtorta en una Misa cuando de pronto tuvo una visión de un lugar paradisíaco.

“Desde un  punto situado entre norte y este vienen a mi encuentro, caminando como simples mortales sobre campos de zafiro, tres esplendidísimas figuras de un andar regio y dignísimo.

Son los tres arcángeles: Gabriel, Miguel y Rafael. Voy a intentar hacerles un retrato. Son tres jóvenes bellísimos.

El primero de la derecha era Gabriel que aparentaba una edad de 24 a 25 años (…) rubio, de tonalidad oro cequi, con los cabellos ondulados hasta llegar a tocar casi los hombros (…) sujetos con un fino aro de diamantes que más parecía una cinta de luz incandecente. (…) Me miraba con sus ojos de zafiro sonriendo tan sobrenaturalmente que , aun siendo una sonrisa, me atemorizaba.

El otro, del del centro, muy alto, era terrible dentro de su austera belleza. Negro de cabellos (…) con la frente desprovista de toda diadema, llevaba en cambio sobre el pecho una especie de medallón. (…) Sus ojos negros y severos lanzan rayos. (…) Su mirada es de una terribilidad tal que tienen que ser de angustia para los pecadores y para Satanás. Miguel, contrariamente a como lo representan, no tiene espada ni lanza. Sus armas son los ojos.

El tercero, cubierto con un vestido ceñido con un cinturón cubierto de perlas, un vestido de un delicado color de esmeralda (…) Un precioso colo de cabellos que son de un castaño saturado de chorrillos de oro oscuro. Parece el más joven de todos. (…) Rafael tiene los ojos de un dulcísimo color castaño, una mirada plácida, paciente, que es una caricia. Sonrie más humanamente que los otros.

Me miran, sonríen, se sonríen y después me saludan.

Gabriel canta con su voz de arpa espiritualísima (y cada nota lleva hasta el éxtasis): ‘Ave, María’ y, al decir ‘María’ recoge sus manos sobre el pecho (…) Comprendo que, más que saludarme, lo que ha querido es identificarse como el Arcángel que anunció el gran misterio…

Miguel toca el joyel que porta sobre el pecho (…) lo alza para mostrármelo y, con una voz llena de resonancias (…) dice: ‘Todo lo puede el que está con Dios y Satanás nada puede contra quien está con Dios porque ¿quién como Dios?’ y estas últimas palabras parecen hacer vibrar el aura celeste con un armonioso trueno.

Rafael, el de la voz de oro, abre los brazos como para abrazarme y alza al mismo tiempo su rostro resplandeciente de gozo en la contemplación de Dios y dice: ‘Que siempre te acompañe el gozo'”.

¿Tú qué piensas de esta visión de los arcángeles?

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