¿Conoces la historia del milagro del pozo? Se acerca el día del padre y es una hermosa oportunidad para voltear la mirada a grandes santos que también fueron padres y cuidaron a su familia viviendo en plenitud la fe.

Aquí te traemos la historia de San Isidro, que cuidó de su familia y la guió en el camino del Evangelio aún en las peores pruebas.

El milagro del pozo: cuando la fe de San Isidro rescató a su hijo de un abismo

Este gran santo vivió trabajando toda su vida como jornalero. Se cuenta que cada jornal que ganaba con el fruto de su trabajo lo dividía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y la tercera parte para su familia (esposa y su pequeño).

Cada domingo, el santo distribuía su tiempo con el mismo criterio que dividía su paga. Primero pasaba un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Luego visitaba a los pobres y enfermos, y por la tarde salía a pasear con su esposa -quien también llegó a ser santa y se la conoce como Santa María de la Cabeza- y su hijo.

Cuenta la tradición que en una ocasión en que el San Isidro se encontraba trabajando el campo, su mujer y el niño quedaron en casa. En un descuido, el pequeño cayó a un pozo seco de 27 metros de profundidad. 

Cuando el santo llegó al hogar encontró a su esposa desesperada y lamentándose por la desgracia.

Los padres intentaron sacarlo pero resultaba imposible por la profundidad del pozo. Entonces se arrodillaron y  con toda la fe comenzaron a rezar pidiéndole a Dios fortaleza de ánimo para aceptar su voluntad. Creían que el pequeño no había sobrevivido a la caída.

Sin embargo, mientras hacían esto, las aguas del aljibe comenzaron súbitamente a subir hasta que el pequeño quedó al alcance de la mano sano y salvo.

Estos dos santos jamás se olvidaron ni dejaron de agradecer a Dios por salvar a su pequeño.

Nota: En el Museo de los Orígenes en Madrid puede visitarse el aljibe en que se supone que ocurrió esta historia. Se llama el “Pozo de San Isidro“.

¿Qué opinas de esta historia?

¡San Isidro Labrador, ruega por nuestros padres y nuestras familias!

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