Este sábado 24 de abril, el Papa Francisco declaró santa a una laica dominica del siglo XIV que había nacido ciega mediante el proceso de canonización “equivalente”.

La oficina de prensa de la Santa Sede anunció que el Papa había autorizado la extensión del culto litúrgico de la Beata Margarita de Castello a la Iglesia universal.

Mediante el proceso de canonización equivalente se renuncia a la necesidad de un milagro atribuido a la intercesión de la candidata.

El Papa declara santa a una laica dominica ciega del siglo XIV

Santa Margarita de Castello nació ciega y con una severa curvatura de la columna en 1287 en Metola, actual centro de Italia. Sus padres la abandonaron en 1303 en un santuario en Città di Castello donde la habían llevado con la esperanza de una cura milagrosa. Fue descubierta por la gente del pueblo, que comenzó a cuidarla.

Tiempo después se le permitió ingresar a la Tercera Orden de Santo Domingo, y se ordenó como laica dominica. Como forma de agradecer a sus vecinos por criarla, abrió una pequeña escuela, donde enseñó a los niños los Salmos, que había aprendido de memoria, y los instruyó en la fe católica.

Murió en 1320, a la edad de 33 años, y fue enterrada dentro de la iglesia, donde su tumba rápidamente se asoció con milagros.

Un empresario venerable

El Papa también autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos a promulgar un decreto reconociendo las virtudes heroicas del millonario argentino Enrique Shaw.

Shaw nació en París, Francia, en 1921 y emigró a Argentina, donde se consagró como un empresario de destacada integridad. Fundó la Asociación Cristiana de Ejecutivos de Empresas en 1952 y buscó aplicar la enseñanza social católica en el lugar de trabajo. Murió en Buenos Aires, Argentina, en 1962.

En una entrevista de 2015 con la estación de televisión mexicana Televisa, el Papa elogió a Shaw y dijo: “Enrique Shaw era rico, pero santo. Una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo pueda administrar bien, y este hombre lo administró bien”.

El Papa agregó que Shaw usó su riqueza “no con paternalismo, sino fomentando el crecimiento de las personas que necesitaban ayuda”.

A partir de ahora, Enrique Shaw puede referirse como “venerable”.

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