San Jerónimo, doctor de la Iglesia, es conocido por realizar la traducción de la Biblia al latín. Sin embargo, este santo tuvo una hermosa experiencia de encuentro con el Niño Jesús que nos muestra cómo la Navidad también revela un aspecto bello de la Divina Misericordia.

Los últimos 35 años de su vida, San Jerónimo decidió pasarlos en una gruta junto a la Cueva de Belén. Gracias a las donaciones pudo construir allí un convento para hombres y tres para mujeres. Así, dedicó todo este período de su vida a la penitencia, la oración y el estudio de las Sagradas Escrituras.

Fue en este lugar donde una Navidad, el santo tuvo un encuentro con el Niño Jesús en la gruta de Belén.

El conmoverdor pedido del Niño Jesús a San Jerónimo

Cuenta la tradición que una noche de Navidad, luego de que los fieles se retiraran de la gruta de Belén, San Jerónimo se quedó allí rezando.

Se encontraba en plena oración cuando el Niño Jesús apareció súbitamente y le preguntó: “Jerónimo ¿Qué me vas a regalar en mi cumpleaños?“. El santo, sorprendido por el prodigio le contestó: Señor te regalo mi salud, mi fama, mi honor, para que dispongas de todo como mejor te parezca”. A lo que el Niño Jesús respondió: “¿Y ya no me regalas nada más?“.

Desconcertado, el ya anciano San Jerónimo le dijo: “Oh mi amado Salvador, exclamó el anciano, por Ti repartí ya mis bienes entre los pobres. Por Ti he dedicado mi tiempo a estudiar las Sagradas Escrituras… ¿Qué más te puedo regalar? Si quisieras, te daría mi cuerpo para que lo quemaras en una hoguera y así poder desgastarme todo por Ti”.

Entonces Jesús le respondió, “Jerónimo: regálame tus pecados para perdonártelos“. Al escuchar esto, San Jerónimo comenzó a llorar de emoción y le dijo: “¡Loco tienes que estar de amor, cuando me pides esto!”.

Allí el santo se dio cuenta de que lo que más desea Dios es que nos acerquemos confiadamente a Él, y le ofrezcamos un corazón humillado y arrepentido poniéndolo en las manos de su Divina Misericordia.

¡Increíble! 

Este artículo fue adaptado de EWTN.

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