Si te preguntas quién pudo haber sido esta santa, la respuesta es: ¡Santa María Margarita de Alacoque! Sí, y la historia detrás de su vocación religiosa es asombrosa.

Cuando Santa M. Margarita era niña, se había enfermado. En medio del dolor, la pequeña le hizo una promesa a la Virgen: si la ayudaba a superar la enfermedad, ella se convertiría en una de sus hijas. Sucedió lo que pedía y se curó.

Paso el tiempo, y su madre enfermó gravemente de erisipela en su cabeza,  patología que le producía una hinchazón e inflamación muy peligrosas. Por eso, Margarita tuvo que dedicarse a cuidarla.

A medida que se hacía mayor, su madre y sus parientes intentaron convencerla de que tomara un esposo. Santa M. Margarita pensó que optar por el matrimonio sería ir en contra de la promesa hecha a la Virgen.

Quiso olvidarse de Dios divirtiéndose, se le apareció Jesús y terminó siendo santa

Su madre le insistía diciéndole que no tenía más esperanzas para salir de la miseria en que se hallaban que el matrimonio de Margarita.

Entretanto, el demonio la tentaba continuamente, diciéndole que si ella se hacía religiosa, esta pena mataría a su mamá.

En esta situación, Santa M. Margarita pensó que como era aún niña cuando había hecho su voto, podía obtener una dispensa. Así, empezó a mirar al mundo y a arreglarse para ser del agrado de los que la buscaban. Y comenzó a vivir una vida disipada, de diversión, entretenimiento y pasatiempos.

Pero resultó que Jesús la llamaba continuamente a su corazón y a pesar de que intentaba silenciar esos llamados, Margarita sufría. Dice Santa M. Margarita: “Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades“.

En una ocasión Jesús le dijo: “Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón… Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios“.

Mientras Santa M. Margarita atravesaba esta crisis de fe, Cristo se le apareció todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación y le dijo: “¿Y bien querrás gozar de este placer? Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón ¿Querrás ahora disputármelo?“.

Al fin, María Margarita comprendió que estaba perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte.

Cinco años después ingresó al Convento de la Visitación y se convirtió en la santa que recibió la devoción del Sagrado Corazón de Jesús.

¡Qué historia de conversión asombrosa!

La información de este artículo se obtuvo de Corazones.org.

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