Los relatos sobre la humildad y la caridad de San Vicente de Paúl son vastos. Este santo, que vivió vivió entre 1581 y 1660, es famoso por prodigar amor y atención a los más necesitados.

No se conocen, sin embargo, prodigios de carácter sobrenatural sucedidos durante la vida de este santo. Pareciera que Dios obró cosas extraordinarias pero inspirando un inmenso amor por el prójimo.

Sin embargo, San Vicente comenzó a obrar milagros una vez que dejó este mundo. Y lo que cobró notoriedad entre quienes solicitaban su intercesión fue las cosas milagrosas que obraba a través del agua.

La milagrosa agua bendita de San Vicente de Paúl para los enfermos

Durante el proceso de beatificación de San Vicente de Paúl se aprobaron 56 milagros, muchos de los cuales sucedieron a través del agua.

Ya en el siglo XVIII, unas cuántas décadas después de la muerte del santo, se conocieron hechos milagrosos. Por ejemplo, se conoce el testimonio de un hombre llamado Michelle Lepinè que en 1704 tenía una grave enfermedad en el bazo y el hígado. Tras rezar la novena a San Vicente de Paul y tomar cada día un sorbo de agua donde se había mojado un trozo de tela con sangre del santo, quedó curado.

También se registran historias similares de una religiosa Ursulina que estaba inmovilizada a causa de una grave caída y realizó la novena y bebió agua que había tocado una carta del santo. Luego de hacer esto recuperó la movilidad.

La tradición durante el siglo XIX

Estas prácticas, no obstante, no se difundieron en la Congregación de la Misión -sociedad de Vida apostólica fundada por San Vicente de Paúl- y con el tiempo dejaron de practicarse.

Sin embargo, en el siglo XIX, los misioneros vicentinos en la región de Nápoles, en Italia, utilizaban una fórmula propia para bendecir el agua pidiendo la intercesión de San Vicente. Y corría la voz, de que con la misma obtenían milagrosas curaciones, especialmente de niños y enfermos.

Hasta que en 1881, el general de la Congregación de la Misión pasó por Nápoles decidió recuperar este ritual en el que los sacerdotes bendecían el agua e introducían una reliquia o medalla del santo. Así, recuperó esta tradición y difundió esta práctica a toda la congregación.

Hoy, el uso de bendecir el agua con la invocación de San Vicente de Paúl para la curación de los enfermos se hizo popular y este santo sigue intercediendo por nosotros como cuidó a los más necesitados de su tiempo.

¡San Vicente de Paúl, ruega por nosotros!

Este artículo fue publicado originalmente en famvin.org.

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