Hace unos meses, la ONU designaron como su máxima experta en salud y derechos humanos a una abortista partidaria de la legalización de la prostitución.

La doctora Tlaleng Mofokeng, originaria de Sudáfrica, generó polémicas en abril del año pasado cuando redactó un artículo en Teen Vogue en el que mencionaba el “trabajo sexual” como una opción laboral más.

En el artículo expresó:

“Creo que el trabajo sexual y los derechos de la trabajadora sexual son también derechos de la mujer, derechos sanitarios y derechos laborales, y constituyen la prueba de fuego del feminismo transversal”.

Además señaló que “la idea de comprar la intimidad y pagar por estos servicios puede ser positiva para muchos individuos necesitados de conexión humana, amistad y apoyo emocional. Algunas personas pueden satisfacer ciertas fantasías  y preferencias sexuales escabrosas gracias a los servicios de las trabajadoras del sexo”.

Cuando la médica escribió este artículo solo era defensora de supuestos derechos de la salud, pero la situación ha generado preocupación desde que asumió su nuevo cargo en la ONU.

Las organizaciones que luchan contra la violencia sexual perpetrada contra mujeres y niñas vulnerables manifestaron su repudio y descontento. 

Las protestas de las organizaciones que luchan contra la violencia sexual

Deidre Pujols, fundadora de Open Gate International y cofundadora de Strike Out Slavery señaló que “muchos afirman que si el comercio sexual fuera legal, regulado y tratado como cualquier otra profesión, sería más seguro.

Pero las investigaciones sugieren todo lo contrario. Los países que han legalizado o despenalizado el sexo comercial suelen experimentar un aumento de la trata de seres humanos, del proxenetismo y de otros delitos vinculados”.

Por su parte, Helen Taylor, Directora de Intervención de “Exodus Cry”, enfatizó:

“La ley por la que aboga la Dra. Mofokeng despenaliza completamente todos los aspectos del comercio sexual, incluyendo a los dueños de burdeles y proxenetas. Las Naciones Unidas deberían ser el último lugar donde se defienda la legalización de los traficantes de personas y se apoye a los consumidores que alimentan esa demanda”.

Las enseñanzas de la Iglesia

Hay dos aspectos que la Iglesia nos alerta sobre esta cuestión. El primero es el de la violencia sexual que califica como una forma de violación. El Catecismo es expreso en este punto:

“La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo” (CIC 2356).

Pero por otro lado, aún cuando haya consentimiento de la persona, “la prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo (1 Co 6, 15-20).

Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta” (CIC 2355).

¿Qué piensas sobre esta decisión de la ONU?

Este artículo fue originalmente publicado en C-Fam.

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