San Claudio de la Colombiere, célebre confesor de Santa Margarita de Alacoque, escribió una consagración al Sagrado Corazón de Jesús mientras trabajaba para propagar esta devoción.

El santo afirmó que esta consagración “se hace para honrar a este divino Corazón, asiento de todas las virtudes, fuente de todas las bendiciones y retiro de todas las almas santas” (Juan Manuel Igartúa, Escritos espirituales del beato Claudio de la Colombiere, p. 167).

San Claudio nos dice que el Corazón de Jesús desborda de compasión por nuestras miserias y de un amor inmenso a pesar de estas mismas miserias. Está siempre abierto para derramar sobre nosotros toda clase de gracias y bendiciones, siempre dispuesto a recibirnos y a servirnos de asilo ya en esta vida.

Sin embargo, el Sagrado Corazón de Jesús “no encuentra en el corazón de los hombres más que dureza, olvido, desprecio, ingratitud. Ama y no es amado y ni siquiera es conocido su amor; porque no se dignan los hombres recibir los dones por los que quiere atestiguarlo, ni escuchar las amables e íntimas manifestaciones que quiere hacer a nuestro corazón” (p. 168).

Para reparar todos estos males y recibir las bendiciones que Cristo concede a quienes se consagran a su Santísimo Corazón, te acercamos una forma de ofrecerte a Él en su mes. Así lo escribió el mismo San Claudio de la Colombiere en el siglo XVII.

La fórmula de entrega y el consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Fórmula de entrega

En reparación de tantos ultrajes y de tan crueles ingratitudes, oh adorable y amable Corazón de Jesús, y para evitar en cuanto de mí dependa el caer en semejante desgracia, te  ofrezco mi corazón con todos los sentimientos de que es capaz; yo me entrego enteramente a Ti.

Y desde este momento protesto sinceramente que deseo olvidarme de mí mismo, y de todo lo que pueda tener relación conmigo para remover el obstáculo que pudiera impedirme la entrada en ese divino Corazón, que tiene la bondad de abrirme y donde deseo entrar para vivir y morir en él con tus más fieles servidores, penetrado enteramente y abrasado de tu amor.

Ofrezco a este Corazón todo el mérito, toda la satisfacción de todas las misas, de todas las oraciones, de todos los actos de mortificación, de todas las prácticas religiosas, de todos los actos de celo, de humildad, de obediencia y de todas las demás virtudes que practicare hasta el último instante de mi vida.

No sólo entrego todo esto para honrar al Corazón de Jesús y sus admirables virtudes sino que también le pido humildemente que acepte la completa donación que le hago, y disponga de ella de la manera que más le agrade y en favor de quien le plazca.

Y como ya tengo cedido a las santas almas que están en el Purgatorio todo lo que haya en mis acciones, capaz de satisfacer a la divina justicia, deseo que esto les sea distribuido según el beneplácito del Corazón de Jesús.

Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

¡Sagrado Corazón de Jesús! Enséñame el perfecto olvido de mí mismo, puesto que este es el único camino por el cual se puede entrar en Ti. Ya que todo lo que yo haga en lo sucesivo será tuyo, haz de manera que no haga yo nada que no sea digno de Ti.

Enséñame lo que debo hacer para llegar a la pureza de tu amor, cuyo deseo me has inspirado. Siento en mí una grande voluntad de agradarte y una impotencia aún mayor de lograrlo, sin una luz y socorro muy particulares que no puedo esperar sino de Ti.

Haz en mí tu voluntad, Señor. Me opongo a ella, lo siento, pero de veras querría no oponerme. A Ti te toca hacerlo todo, divino Corazón de Jesucristo; Tú solo tienes toda la gloria de mi santificación, si me hago santo. Esto me parece más claro que el día; pero será para Ti una grande gloria, y solamente por esto quiero desear la perfección. Así sea.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos!

¡San Claudio de la Colombiere, ruega por nosotros!

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