Tsunenaga Rokuemon Hasekura (1571-1622) fue un samurai japonés y sirviente de Date Masamune, el gobernador de Sendai, Japón, que fue famoso por haber dirigido una delegación de embajadores por todo el mundo, ¡incluso el Vaticano!

Embajador de Japón

El objetivo de su viaje era poder concretar una relación más estable en cuanto la economía con la colonia británica en América, con el imperio español y con Francia. Asimismo, como él era un hombre convertido al cristianismo, quería ir al Vaticano mismo para pedir misioneros para el Japón. 

Fue así que, antes de llegar a las puertas de la Ciudad Eterna, Tsunenaga, junto con otros 20 samuráis y un centenar de marineros, fueron la primera delegación japonesa que viajó a tierras estadounidenses, para luego ir a México. Luego se dirigió a Francia, para finalmente llegar al Vaticano. 

Con la delegación viajó Luis Sotelo, un fraile franciscano que evangelizaba la ciudad de Tokio. Él convenció a Tsunenaga de enviarlo como embajador en México, convirtiéndose en miembro del equipo iniciador de las relaciones entre Japón y Nueva España.

El Papa y el Samurai

El galeón San Juan Bautista, así se llamaba el barco de Tsunenaga, zarpó de puertos japoneses para dirigirse primero a México. Después de realizar diplomacia con las colonias americanas, se fue a España. 

Se reunió con la corte de Felipe II de España, y fue ahí donde formalizó su conversión al cristianismo al ser bautizado por el capellán personal del rey, y eligió ser nombrado como Felipe Francisco Hasekura. 

Luego viajaron a Francia, para finalmente arribar en el puerto de Civitavecchia, Roma, Italia, donde todavía hay una estatua que recuerda su llegada. 

Pudo tener una audiencia con el Papa Pablo V, y fue en noviembre de 1615. El samurai le entregó al pontífice una carta decorada con oro, con una solicitud formal de un tratado comercial entre Japón y México (para que intercediera por él ante España).

Además, le pidió personalmente enviar misioneros católicos a Japón. El Papa volvió a poner el tratado en manos del rey español, y aceptó voluntariamente el envío de misioneros católicos a Japón. 

Finalizado el encuentro, el ahora llamado Felipe, volvió a sus tierras originarias. Esta fue la última vez que un papa se encontró con un samurai.

Misión fallida

Hasekura, a su regreso, tuvo que chocar con un Japón más “aislacionista”, pues había comenzado el período histórico denominado “Sakoku”, donde la persecución de los cristianos se intensificó debido a que el emperador japonés quiso erradicar todo lo extranjero de la isla.  

Sus misiones diplomáticas para ofrecer más garantías a los cristianos en Japón fracasaron. El emperador de Japón había endurecido su puño contra los misioneros, acusándolos de ser conspiradores de los reinos extranjeros de España y Portugal. 

Muchas fuentes históricas indican cosas distintas del paradero de Hasekura en esta persecusión. Algunas indicaron que él abandonó el cristianismo, otras que defendió su fe tan profundamente que se convirtió en mártir, otras que lo vivió en silencio. 

Detalle de la pintura que representa a la delegación de Hasekura Tsunenaga – Quirinale, Salone dei Corrazzieri

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