Fundadas hace 30 años en Sudán del Sur, África, las “Hermanas de la Santísima Virgen María” visten un azul brillante que trata de iluminar a los africanos más pobres y víctimas de una sangrienta guerra civil. Es por esto que muchos las conocen como “Las Hermanas de Azul”.

Edqard Hiiboro Jussala, obispo de Tombura Yambio, Sudán del Sur, les ordenó que prestaran asistencia a muchas mujeres, incluidas niñas y adolescentes, que fueron violadas, maltratadas o abandonadas en medio de la violencia que atormentaba a región desde hace años.

“Hay un gran estigma contra estas mujeres, en su mayoría jóvenes e inocentes víctimas de esta sangrienta guerra”, dijo la hermana Ester en una entrevista a la Agencia Católica de Noticias (CNA por sus siglas en inglés). Ella es la superior local de una pequeña comunidad que tiene la misión de acoger y atender a unas 100 mujeres violadas en la ciudad de Yambio.

¿Su lema? ¡Con María, traemos a Cristo al mundo!

“Las hermanas son una bendición increíble para todos nosotros. Fueron fundadas por mi predecesor, el obispo Joseph Abangite Gasi a petición de los obispos sudaneses, quienes se dieron cuenta de que era absolutamente necesaria una comunidad de monjas africanas” dijo Mons. Hiiboro Kussala a CNA.

La hermana Esther dijo que las mujeres atendidas tienen diferentes traumas. “Muchas de ellas aún permanecen en shock, y apenas son conscientes de su realidad. Nuestra misión aquí es ayudarlas a recuperarse de las terribles consecuencias de la violencia, a través del amor, la paciencia, la oración y la terapia de psicología regular”.

Algunas de estas hermanas también se dedican a la educación y el crecimiento de algunos niños con madres portadoras de SIDA, muchas de las cuales son el resultado de una violación. Un dato fascinante que da la hermana Ester es que, uno de los métodos de curación es la conexión que existe entre madre y un niño. Por lo tanto, el hijo, producto de la violación o no, termina no siendo parte del trauma, como se cree a menudo.

“Nuestro objetivo es que estas mujeres puedan reinsertarse gradualmente en la sociedad sudanesa con la estabilidad adecuada, tanto espiritual como mental, pudiendo construir su futuro por sí mismas”, dijo la hermana Esther.

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