En una ocasión, el joven padre Karol Wojtyla (futuro Papa San Juan Pablo II) visitó Italia. Fue a la ciudad de San Giovanni Rotondo para confesarse con el Padre Pío, que tenía fama de santo en toda Europa.

Algunos años más tarde, el 17 de noviembre de 1962, Wojtyla ya era obispo y estaba en Roma participando del Concilio Vaticano II.

Fue en ese momento que se enteró que su amiga, Wanda Póltawska, estaba con un cáncer bastante avanzado, y que podría morir en cualquier momento.

Mons. Wojtyla recordó a su amigo, el Padre Pío, y de cómo Dios atendía sus oraciones. Le escribió inmediatamente pidiendo que intercediera por la curación de su amiga.

La carta del futuro Juan Pablo II decía:

Reverendísimo Padre Pío,

Pido una oración en la intención de una señora de cuarenta años y madre de cuatro hijas, de Cracovia, en Polonia (durante la última guerra pasó cinco años en un campo de concentración en Alemania), actualmente enferma gravemente de cáncer y corriendo el riesgo de perder la vida: para que Dios, por la intercesión de la Santísima Virgen, manifieste su misericordia a ella y a su familia.

En Cristo, muy agradecido
Karol Wojtyla,
Obispo titular de Ombi,
Vicario del Capítulo de Cracovia – Polonia

Once días después de la primera carta, el Obispo Wojtyla envió otra:

Reverendísimo Padre,

La señora de Cracovia, Polonia, madre de cuatro hijas, el 21 de noviembre, antes incluso del procedimiento quirúrgico, inesperadamente recobró la salud. Demos gracias a Dios. De corazón agradezco también a ti, reverendísimo Padre, en nombre de ella, de su marido y de toda su familia.

En Cristo, muy agradecido
Karol Wojtyla,
Obispo titular de Ombi,
Vigilar del Capítulo de Cracovia – Polonia

¡Que Dios nos dé la gracia de también tener santas amistades!

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