En cinco discursos de radio poco conocidos, publicados hace mucho tiempo por Ignatius Press en el volumen “La fe y el futuro”, el entonces Cardenal Ratzinger, trazó en 1969 su visión del futuro del hombre y de la Iglesia.

Es sobre todo, la última reflexión, leída el día de Navidad en los micrófonos de “Hessian Rundfunk”, la que tiene un tono de profecía:

“Una iglesia que ha perdido mucho surgirá de la crisis de hoy. Se volverá pequeña y tendrá que comenzar más o menos desde el principio. No podrá habitar los edificios que ha construido en tiempos de prosperidad. Con la disminución de sus fieles, también perderá gran parte de los privilegios sociales. Será una Iglesia más espiritual, que no asumirá un mandato político, coqueteando a veces con la izquierda y a veces con la derecha.

Será pobre y se convertirá en la Iglesia de los indigentes. Será un proceso largo, pero cuando todas las tribulaciones hayan pasado, un gran poder surgirá de una Iglesia más espiritual y simplificada. En ese punto, los hombres descubrirán que habitan en un mundo de soledad indescriptible, y habiendo perdido de vista a Dios, sentirán el horror de su pobreza. Entonces, y solo entonces, verán esa pequeña bandada de creyentes como algo totalmente nuevo”.

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