Diversas publicaciones atribuyeron al Papa Francisco una dura declaración: “Quien acusa a la Iglesia es ‘amigo del diablo´” ¿Realmente lo dijo?

El origen está en las palabras que pronunció en el Vaticano ante un grupo de peregrinos de la Arquidiócesis de Benevento, Italia, el pasado 20 de febrero, reflexionando sobre uno de los santos más queridos del mundo: San Pío de Pietrelcina.

Esto fue lo que realmente dijo:

“Amó [el Padre Pío] a la Iglesia, con tantos problemas que tiene la Iglesia, con tantas adversidades, con tantos pecadores. Porque la Iglesia es santa, es esposa de Cristo, pero nosotros, los hijos de la Iglesia, somos todos pecadores —¡y algunos grandes!—, pero él amaba a la Iglesia tal y como era, no la destruyó con la lengua, como está de moda hacerlo ahora ¡No! El ama.

El que ama a la Iglesia sabe perdonar, porque sabe que él mismo es un pecador y necesita el perdón de Dios. Sabe cómo arreglar las cosas, porque el Señor quiere arreglar bien las cosas pero siempre con el perdón: no podemos vivir una vida entera acusando, acusando, acusando a la Iglesia ¿El oficio de acusador de quién es? ¿Quién es el que la Biblia llama el gran acusador? ¡El diablo! Y aquellos que se pasan la vida acusando, acusando, acusando, son, no diré hijos, porque el diablo no tiene ninguno, sino amigos, primos y familiares del diablo.

Y no, esto no va, debemos señalar los defectos que corregir, pero en el momento en que se señalan los defectos, se denuncian los defectos, se ama a la Iglesia. Sin amor, eso es del diablo. Ambas cosas tenía San Padre Pío, amaba a la Iglesia con todos sus problemas y sus adversidades, con los pecados de sus hijos. No os olvidéis de esto”.

Su mensaje no tenía la intención de condenar a quienes critican a la Iglesia, ni considerarlos “amigos del demonio” por hacerlo.

Sino que, todos aquellos que se empeñaban por acusar, sin amor, sin tener una perspectiva de ver a una mejor Iglesia, sino queriendo solamente destruirla, entonces en ese caso, las intenciones del acusador provendrían del demonio.

“Debemos señalar los defectos que corregir”, indicó el Santo Padre. Se debe corregir, se debe denunciar, pero no con odio, no con rencor (por más difícil que sea). Se debe señalar el error con responsabilidad, siendo uno parte de la solución. No se trata de acusar por acusar.

Aquí está el video del mensaje*:

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