En una reunión con los fieles, una jovencita le preguntó al santo:

“Usted nos ha hecho darnos cuenta que debemos conocer y adorar al misterio de la Trinidad. Pero Padre, eso nos cuesta mucho…¿cómo podría usted ayudarnos, no a entenderlo, pero sí a considerarlo mejor?”.

San Josemaría respondió que sería muy soberbio pensar que podríamos entenderlo.

Pero lo que sí sabe es que a Dios le gusta que lo glorifiquen. Por eso reza: Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo.

Glorificarlo es alegrarnos con toda tranquilidad del poder, de la grandeza y la hermosura de Dios.

Es más, el santo se alegraba cuando no entendía mucho de Dios, porque esto lo entendía como una muestra que Él es más grande, y entonces su amor y grandeza son enormes bienes para él.

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