Uno de los milagros eucarísticos más impresionantes de la historia ocurrió hace más de 500 años en Suiza, donde hoy se erige el santuario de Ettiswil, luego que una mujer perteneciente a una secta satánica robara una hostia consagrada.

Así lo relata la exposición “Milagros Eucarísticos” diseñada y creada por Carlo Acutis, el adolescente italiano que podría ser elevado a los altares:

“En Ettiswil hay un Santuario dedicado a un Prodigio Eucarístico, sucedido en 1447. Anna Vögtli, perteneciente a una secta satánica, logró robar de la iglesia parroquial una píside que contenía la Hostia Magna. La Hostia fue luego encontrada cerca a una empalizada, en medio de ortigas. Se encontraba suspendida en el aire y rodeada de una luz muy viva. Estaba dividida en 6 pedazos, unidos entre sí, semejando una flor. Muchos Papas concedieron indulgencias a los peregrinos. El último fue Pío XII, en 1947. La gran fiesta de la capilla del Milagro tiene lugar el domingo “Laetare” y los dos días subsiguientes”.

La policía, después de una minuciosa búsqueda, dio con la ladrona. Se trata de Anna Vögtli, conocida integrante de una secta satánica.

No necesitaron interrogarla, ella misma confesó el crimen en cuanto vio a los policías. Su historia sorprendió al pueblo.

Anna confesó que metió su mano entre las rendijas del sagrario y logró robar la Hostia Magna sin que nadie se diera cuenta.

Huyó y llegó al cementerio del pueblo pero, de pronto, no pudo correr más. La hostia le pesó tanto que no pudo ni avanzar ni retroceder, así que la dejó ahí y se fue.

Al día siguiente, una cuidadora de cerdos que pasaba por la zona con sus animales se vio forzada a detenerse. Su ganado no avanzó más, justo en el lugar donde la hostia fue abandonada.

Pidió a dos hombres que le ayudaran a mover a sus animales. Ellos encontraron en el suelo la Hostia Magna brillante, cortada en siete pedazos y unida en forma de flor.

Notificaron de inmediato al sacerdote quien vino a rescatar la hostia. Pudo recoger seis pedazos, pero cuando estaba por recoger el último, el pedazo se hundió en la tierra.

El sacerdote y los pobladores tomaron esto como una señal y construyeron una iglesia en el mismo lugar donde el pedazo de hostia se hundió, así se erigió el Santuario de Ettiswil.

Comparte