La unidad de los cristianos es uno de los desafíos más grandes de la Iglesia Católica y en particular de los últimos Papas.

¿Cómo acercarnos a los no católicos? ¿Cómo llegar a ese “ut unum sint” del Evangelio de San Juan?

Las respuestas no son sencillas pero podemos acudir a estos santos por intercesión y ayuda:

San Andrés Apóstol:

Es venerado como apóstol y santo tanto por los católicos romanos como por las iglesias ortodoxas orientales. Fue San Andrés quien fundó la iglesia de Constantinopla, actualmente sede del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.

En el 2014 el Papa Francisco se reunió ahí con el Patriarca Bartolomé de la Iglesia Ortodoxa, considerado como el heredero del apóstol Andrés.

La razón de la reunión fue reforzar los lazos de amistad entre ambas iglesias cristianas, y apostar por una unidad. Presentó al apóstol como un referente de unidad entre ambas iglesias.  

San Juan XXIII:

Fue el Papa que inició el Concilio Ecuménico Vaticano II e inició a mediados del siglo pasado los diálogos con otras denominaciones cristianas y otras religiones.

En una ocasión indicó: “El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficaz”.

Desde entonces, fueron muchos los que trabajaron por un mejor diálogo entre las facciones cristianas, por una mejor comunicación entre las religiones, y por una actitud de paz y comunión en los católicos.

San Juan Pablo II:

No en vano lo llamaron el “Papa Peregrino”, ya que, además de haber viajado mucho, entabló diálogo de comunión y comprensión con todas las religiones posibles.


En el caso del cristianismo,  tuvo muchas oportunidades para crear puentes con las diferentes denominaciones importantes evangélicas.

Por ejemplo, en 1980, tuvo una reunión con Eduard Lohse, entonces presidente del Consejo de la Iglesia Protestante de Alemania.

Sin comprometer la doctrina católica, logró generar una conexión con los evangélicos alemanes; quienes, si bien en un principio lo recibieron hostilmente, terminaron por sostener un encuentro pacífico.

“Nos hemos dado cuenta hoy de cómo es enormemente más importante un solo encuentro humano y personal que mil documentos escritos enviados a Roma”, afirmó Lohse en aquel entonces.

Pidamos la intercesión de estos y los demás santos que lucharon por la unidad de los cristianos. Para que, como Cristo dijo: “Que sean uno, como Tú y Yo somos Uno” (Jn 17, 20-21).

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