Hoy 1 de noviembre no solo se celebra a los santos que lograron vivir virtuosamente los mandamientos de Dios, sino que también recordamos que la santidad es la meta final de nuestro camino como bautizados, un objetivo que vamos alcanzando en la vida cotidiana.

Pero,  ¿qué significa ser santo?, y ¿cómo puedo ser uno?

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos explica que la santidad es la plenitud de la vida cristiana y la perfección de la caridad; que todos estamos llamados a vivir así, no importa nuestro estado de vida.

Para alcanzar esta plenitud, el creyente debe emplear todas sus fuerzas, pero sobre todo pedir el don a Cristo, para entregarse totalmente a Dios y el servicio al prójimo (CIC 2013, Lumen Gentium 40).

Es decir, obrar el bien con la gracia de Dios en comunión con Jesús (Concilio de Trento: DS 1576). Siguiendo su misma norma de vida, compartiendo sus “bienaventuranzas” (CIC 2016).

Esta entrega es difícil, ya que no existe santidad sin cruz. Esto significa que debemos renunciar y combatir espiritualmente los pecados en los que solemos caer (CIC 2015).

Oremos a Dios para que podamos tener la fortaleza y la valentía de seguirlo, para que podamos llegar a la perfección por la caridad, entregándonos a Él y ayudando al prójimo.

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