Es probable que tengamos entre nuestros familiares o amigos cercanos a algún protestante que nos haya dicho que los católicos hacemos mal en tener tantas imágenes.

Es normal que, con la mejor intención del mundo, esta persona nos haya mostrado aquél famoso pasaje en el que Dios “prohíbe” la construcción de imágenes:

No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen“. Éxodo 20, 4-5

Sobre este pasaje volveremos más tarde, ya que quisiéramos centrarnos en un dato curioso que los protestantes suelen pasar por alto: ¡Dios mandó hacer imágenes!

He aquí 4 ocasiones en las que Dios mandó a hacer imágenes:

1) Éxodo 25, 16-22
“En el arca pondrás las tablas del Testimonio que yo te daré. También harás una tapa de oro puro, de ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho, y en sus dos extremos forjarás a martillo dos querubines de oro macizo. El primer querubín estará en un extremo y el segundo en el otro, y los harás de tal manera que formen una sola pieza con la tapa. Ellos tendrán las alas extendidas hacia arriba, cubriendo con ellas la tapa; y estarán uno frente a otro, con sus rostros vueltos hacia ella. Después colocarás la tapa sobre la parte superior del arca, y en ella pondrás las tablas del Testimonio que yo te daré. Allí me encontraré contigo, y desde allí desde el espacio que está en medio de los dos querubines, yo te comunicaré mis órdenes para que se las transmitas a los israelitas”.

2) Números 21, 8-9
“Y el Señor le dijo: ‘Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado’. Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado”.

3) 1 de Reyes 6, 23-27
“En el lugar santísimo hizo dos querubines de madera de olivo; cada uno medía cinco metros de altura. Las alas de primer querubín medían dos metros y medio cada una, de manera que había cinco metros desde el extremo de una de sus alas hasta el extremo de la otra. El segundo querubín medía también cinco metros; los dos querubines tenían la misma dimensión y la misma forma: uno y otro medían cinco metros de altura. Salomón puso los querubines en medio del recinto interior. Estos tenían las alas desplegadas: un ala del primer querubín tocaba el muro y un ala del segundo tocaba el muro opuesto; y las alas extendidas hacia el centro de la Casa se tocaban una con otra”.

4) 1 de Reyes 7, 28-30
“Estaban hechos de la siguiente manera: tenían unos paneles encuadrados en un armazón; sobre esos paneles había figuras de leones, de toros y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba como abajo de los leones y toros había unos adornos en bajorrelieve. Cada soporte tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes también de bronce, y refuerzos en sus cuatro patas. Estos refuerzos estaban fundidos debajo de los recipientes de agua, sobre el lado opuesto a los bajorrelieves”.

Entonces… ¿qué hay del famoso pasaje de Éxodo 20, 4-5?

Esta supuesta prohibición está en el capítulo 20 de Éxodo; sin embargo, 5 capítulos después vemos a Dios mandando a construir querubines de oro.

¿Se dieron cuenta? El mismo Dios que en un principio supuestamente prohibió construir imágenes de lo que hay “arriba en el cielo” ahora manda a hacer estatuas de querubines, criaturas del cielo.

Eso se debe a que cuando Dios en un principio prohíbe lo de las imágenes, lo hace con un fin: Él conocía que el pueblo al que se dirigía podría construir una imagen y decir ‘esta imagen es mi dios’.

De hecho, eso ocurrió con Israel; construyeron un becerro de oro para adorarlo y dijeron ‘Este es tu Dios, Israel, el que te hizo salir de Egipto‘. (Éxodo 35, 4). ¡Qué terrible!

En cambio, las imágenes que Dios mandó construir, así como las imágenes que los católicos usamos en nuestras Iglesias, sirven para el culto pero nunca serán consideradas dioses. Hasta la imagen más hermosa de nuestro Señor siempre será una representación y nunca Dios mismo.

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