El Papa Francisco visita esta semana Lituania y debido a su apretada agenda no incluyó uno de los lugares más emblemáticos del país: la Colina de las Cruces.

El santuario se ubica en las afueras de Siauliai, a unos 220 kilómetros de la capital Vilna. Hasta aquí llegan creyentes de todo el país y el mundo para orar y dejar una cruz.

No existe una versión oficial sobre cómo surgió esta Colina de las Cruces. Algunos la adjudican a una rebelión de los pobladores frente a invasores rusos hace 200 años. Sin importar su origen, el lugar fue convirtiéndose poco a poco en un santuario religioso para los pobladores.

La colina se convirtió en símbolo de resistencia contra el comunismo en la Guerra Fría. Los soviéticos destruyeron el santuario en más de cuatro ocasiones. En cada una de ellas, lo pobladores volvieron a reconstruirla con más ímpetu, demostrando que su fe era más fuerte que el ateísmo comunista.

San Juan Pablo II visitó la colina en 1993 y él mismo puso una cruz con las demás (como es costumbre al visitar el santuario). Esto fue lo que les dijo:

“Gracias, lituanos, por esta colina de cruces que atestigua ante las naciones de Europa y ante el mundo entero, la fe de la gente de esta tierra”.

Roguemos a Dios por los frutos del viaje del Papa Francisco a este país y para que los católicos de Lituania siguen siendo luz para el mundo.

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