Jesús mismo quiso tener amigos (Juan 15,15) y nos enseñó lo valiosa que es la amistad en nuestra vida. Cristo quiso tanto a los suyos que compartió con ellos su resurrección.

En la historia de la Iglesia encontramos varios santos que coincidieron en vida y fueron amigos; vivieron una amistad hermosa en el nombre de Dios.

Ejemplos hay varios, pero aquí te mencionamos algunos que nos enseñan a cultivar, como ellos, nuestras amistades en Cristo.

1.- San Ignacio de Antioquía y San Policarpo:

Fueron obispos de la Iglesia primitiva. Según la tradición, fueron discípulos del apóstol San Juan, se escribían cartas dándose consejos para vivir como cristianos y ser buenos obispos.

2.- San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís:

Santa Clara fue alumna de San Francisco durante su adolescencia. Ambos compartieron un amor intenso por Jesús y un profundo deseo de ayudar a los más necesitados. En su amistad encontraron compañía para peregrinar al cielo.

3.- Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz:

Su amistad los llevó a compartir las poesías que escribían y también les impulsó a fundar la orden de los Carmelitas Descalzos. Fueron declarados santos y doctores de la Iglesia ¿Se imaginan cómo habrán sido sus conversaciones?

4.- San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima y San Toribio de Mogrovejo:

Santa Rosa de Lima tuvo dos amigos especiales. San Toribio fue el Arzobispo de Lima, y le impartió el sacramento de la confirmación. Es más, él tuvo la idea de llamarla Rosa. Por otro lado, San Martín y Santa Rosa pertenecieron a la orden dominica y solían verse en Misa  en el convento de los dominicos en Lima. También compartieron momentos juntos mientras atendían a los enfermos.

5.- San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta:

El recién electo Papa Juan Pablo II visitó Calcuta y acudió al centro de las Misioneras de la Caridad para conocer a la fundadora. Cuando se encontraron, Madre Teresa se acercó a besarle las manos, y él le besó la cabeza. Desde ese entonces comenzó una gran amistad, y ahora desde el Cielo rezan por la conversión del mundo.

¿Tienes amigos que velan por tu santidad? ¿Amigos que rezan por ti? Cultiva esas amistades y recuerda que Cristo es nuestro más grande y fiel amigo ¡Él no se aparta nunca de nosotros!

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