Algunos católicos indican que no hay problema en ser católico y masón a la vez. Es más, no es raro para ellos tener en su casa un espacio para las estatuillas de santos y la Virgen, y en otro cuarto tener libros, símbolos y adornos de la masonería.
Sin embargo, la Iglesia siempre fue clara frente a la pregunta: No, un católico, que quiere vivir bien su catolicismo, no puede ser masón, o es uno o lo otro.
Hay que recordar que los masones tienen un código filosófico propio, y tienen una perspectiva teológica. Para ellos, todo fue hecho por el Gran Arquitecto, y se tienen rituales secretos para aprender de “su sabiduría”.
Algunos católicos indican que la masonería, precisamente porque tiene una perspectiva teológica de un “gran arquitecto” y al tener ritos, les ayuda a entender mejor el ritual católico y a creer con más fervor a Dios. Pero la Iglesia indica que esto no es así.
El 26 de noviembre de 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe escribió un documento titulado “Declaración sobre la Masonería”. En ella aclaró la posición de la Iglesia al respecto. El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en una Audiencia concedida al Cardenal Prefecto, aprobó la Declaración y ordenó su publicación.
En ella se indicaba que la Iglesia acusa a la masonería de atentados concretos, filosóficos y morales contra su doctrina. Indica además que aquellos que pertenecen a la masonería se encuentran en pecado grave y no pueden comulgar.
El “Gran Arquitecto” que ellos proclaman, es su versión de una especie de “Dios Padre”. Pero no es el Dios Uno y Trino. Sin mencionar que sus ritos no comunican una adoración o comunión con el Dios trinitario.
A su vez, la Iglesia pide tener cuidado con su secretismo. Pues eso es un reflejo de espacios para manipulaciones arbitrarias a las personas que pertenecen a dicho grupo.